En algunos de los muestreos del agua tomados cerca de la desembocadura del río Cesar en la ciénaga de Zapatosa se encontró un nivel de oxígeno disuelto de 2,3 miligramos (mg) por litro (l), cuando los peces necesitan para su desarrollo normal, en promedio, alrededor de 5 mg/l.
Así lo asegura Luis Ángel Acosta Murgas, candidato a magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia, UN, sede Palmira, quien estudió la calidad del agua en la ciénaga y sus consecuencias en la biodiversidad.
Agrega que la baja disponibilidad de oxígeno disuelto es consecuencia de procesos químicos propios de la contaminación y de la proliferación de ciertas plantas acuáticas producto de los vertimientos.
Factores como los bajos niveles de oxígeno han llevado a que en el ecosistema predominen especies pequeñas de bajo interés comercial, como es el caso del pincho (Cyphocharax magdalenae), que sobrevive ante cambios bruscos de las condiciones y se ve favorecido con el material orgánico en descomposición.
“Cuando peces de gran porte no encuentran un hábitat favorable en la ciénaga migran a otras zonas o pasan por procesos de adaptación, lo que limita su tamaño, lo que les permite sobrevivir en ambientes contaminados”, explica el investigador.
Vertimientos enemigos
Las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) de los municipios de la región no son eficientes en la remoción de elementos contaminantes, lo que afecta la calidad del agua del río Cesar, que desemboca en la ciénaga, explica Acosta Murgas. En algunos puntos ni siquiera se cuenta con PTAR y, por ello, las aguas residuales municipales se constituyen en uno de los principales agentes de contaminación orgánica de la ciénaga, detalla.
Los desequilibrios en los niveles de amonio, nitrito, nitrato y fosfato provocan en toda la extensión de la ciénaga (entre 500 y 360 km2 dependiendo de la temporada) un fenómeno de eutrofización, que es la acumulación de nutrientes orgánicos en fuentes hídricas que conlleva a la proliferación de ciertas plantas acuáticas.
“Cuando los niveles de agua descienden —como en diciembre— las abundantes plantas macrófitas empiezan a morir y a descomponerse. Esa degradación disminuye el oxígeno; en esos periodos encontramos junto a la desembocadura del río Cesar solo cuatro especies de peces, mientras que en condiciones normales pueden permanecer allí, en promedio, 15”, advierte el investigador.
La eutrofización también aumenta la cantidad de microalgas en otras zonas, las cuales disminuyen el oxígeno disuelto en el agua en su proceso de respiración en las noches; esto perjudica a peces depredadores como los bagres, que tienen hábitos alimenticios nocturnos.
Inventario de especies
Para el estudio, financiado por la Gobernación del Cesar y dirigido por el profesor Guillermo Duque Nivia, de la UN sede Palmira, se tomaron muestras de agua y peces en cuatro puntos diferentes de la ciénaga: junto a los ríos Cesar, Limón y Magdalena, y en un punto intermedio aislado de estos afluentes. Se realizaron cuatro campañas de muestreo distribuidas entre 2017 y 2018, de manera que resultaran representativas de los diferentes niveles de agua por temporadas.
Se recolectaron 2.600 peces, a los cuales se les midió su longitud, talla y peso. Además, se les tomaron fotografías para caracterizar su taxonomía.
“En toda la ciénaga encontramos 37 especies, de las cuales siete figuran en alguna categoría de amenaza, según la Lista Roja de Especies Amenazadas a nivel mundial (UICN)”, detalla el investigador Acosta Murgas.
En los lugares de muestreo se analizó el oxígeno disuelto, la transparencia, el pH, la temperatura y la conductividad, mientras que en un laboratorio satélite establecido en la zona se estudiaron los nutrientes presentes.
“En Colombia no existe una legislación que estipule límites específicos a los niveles máximos de nitratos y fosfatos permisibles para los vertimientos en fuentes hídricas, algo que es necesario por el buen estado de los ecosistemas y la economía de las familias de pescadores”, concluye.