El año 2017 estuvo en vilo debido a las tensiones entre EE.UU y Corea del Norte. Esta situación mantuvo nervioso el comportamiento geopolítico mundial, sobre todo, por las características conductuales de los presidentes Donald Trump y Kim Jong-un. Las provocaciones del líder coreano, indisponen los alcances de la diplomacia y la paciencia del presidente de Estados Unidos. Sin embargo, la situación ha sido manejada con prudencia por las consecuencias políticas, militares y económicas que provocaría un ataque preventivo anunciado desde el pentágono. Todo indica que la posición diplomática mantendrá sus intenciones hasta agotar el sustento estratégico relativo a las sanciones económicas contra Corea del Norte, para confirmarlo como el país más aislado del mundo desde el punto de vista económico.
2018 parece ser un año diferente para América Latina. De acuerdo con Capital Economics, Latinoamérica crecerá 2.5 % para 2018. Este sería el crecimiento más alto en los últimos cinco años en la región. La proyección de esta organización independiente, se encuentra por encima de la expectativa del 2,2 % de crecimiento previsto por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Este organismo pronostica que la característica de crecimiento en América del Sur seguirá la huella caracterizada por la producción de bienes primarios (en especial, petróleo, minerales y alimentos), registrando mejorías, luego de los periodos de contracción originados en 2014. Cabe resaltar que estas expectativas no son las mismas para Venezuela, para el Fondo Monetario Internacional, los pronósticos siguen siendo negativos, con una contracción del 12 % prevista para este año y del 6 % para 2018.
Para Colombia, el panorama económico es bastante retador, sobre todo, a la hora de unificar los criterios de proyección. El gobierno Santos, proyecta crecimiento del 3 %, el equipo técnico del Banco de la República le apunta a 2,7 % y el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su más reciente informe, pronosticó 2,8 % para 2018. Pese a la discrepancia de las proyecciones, sobreviven oportunidades, pero también riesgos e incertidumbres, especialmente por el anuncio de la agencia Standard & Poor’s, que develó la baja calificación crediticia de nuestra economía, lo que aumenta la posibilidad de que los inversionistas se vean tentados a retirar sus capitales de Colombia. Aunado a lo anterior, 2018 será un año electoral, circunstancia que conspira con el nivel de confianza de los agentes económicos y pone el ambiente en modo expectativa, debido a la polarización y la preocupación por el vaticinio de un futuro oscuro en manos de los políticos de izquierda, comunistas o castrochavistas o la continuidad de la elite dominante en nuestra historia republicana. Desde una perspectiva politológica esta guerra civil discursiva generadora de temor y odio no conduce a nada, porque no revierte lo confirmado por el Banco Mundial, que considera a Colombia como el segundo país más desigual de América Latina y el séptimo en todo el mundo.
En el nivel territorial es menester resaltar la conjugación de esfuerzos de los gobiernos de Franco Ovalle y Augusto ‘Tuto’ Ramírez Uhía, esperemos que en 2018 la unión continúe inseparable y sostenida por la necesidad de elaborar una visión que pueda lograr apoyo social y movilizar la energía cívica para una transformación urbana de largo plazo. En nuestro territorio queda mucho por hacer en materia de movilidad, servicio público de transporte, modernización vial, desarrollo urbano, seguridad ciudadana y servicios públicos. No desvíen la atención en los procesos electorales del primer semestre.
Colofón: Amigos Contertulios, esta columna se va de vacaciones. Felices fiestas. Un abrazo afectuoso para todos y mis mejores deseos en el año venidero. Muchas felicidades. Seguimos conversando en enero.