Cuando se aproxima la fecha de la Independencia de Valledupar, recuerdo las reflexiones de mi profesor de filosofía: “La conciencia histórica y social es honrar la libertad para fortalecer la dignidad y el sentido de pertenencia. Celebrar el sometimiento es aceptar la presencia del invasor. Cada ser vivo tiene una misión y un espacio en su ciclo vital, que le pertenece y lo reclama”.
Este pensamiento filosófico es clave en mi persistencia para invitar a las instituciones educativas y a la comunidad del municipio a celebrar la Independencia de Valledupar (4 de febrero de 1813); es innegable que la institucionalidad gubernamental y académica de Valledupar olvidaron esta fecha histórica, y por supuesto la memoria de La Loperena. El historiador Arturo Quijano, miembro de la Academia Nacional de Historia, en 1932, dijo: “En Colombia se han venido ignorando los méritos de Concepción Loperena de Fernández De Castro. Ella debería estar figurando con Mercedes Abrego y Policarpa Salavarrieta, y otras ilustres más”. En virtud de este reclamo, el Congreso de la República mediante la Ley 43 de 1963, se asocia a la celebración del sesquicentenario de la Independencia de Valledupar.
El Concejo Municipal (por peticiones reiteradas de este modesto columnista), aprobó el Acuerdo 002 el 14 de febrero de 2004, que reconoce esta fecha, y en sus cuatro primeros artículos determina: Institucionalizar el 4 de febrero como fecha histórica para el municipio de Valledupar. Ordénese izar la bandera del municipio en todos los establecimientos públicos, especialmente en los colegios. Ordénese a la Secretaría de Educación Municipal realizar la investigación y la compilación de todos los datos históricos de la ciudad de Valledupar y la zona corregimental. Inclúyase en los programas de historia en los colegios del Municipio, la enseñanza de la Cátedra de la Historia Regional Local.
La verdad, es que no se le ha dado cumplimiento cabal al Acuerdo, el 4 de febrero nunca se ha celebrado con la trascendencia que merece. Algunos colegios realizan actos cívicos en esta fecha, pero en las clases de sociales no profundizan el tema. Afortunadamente, el Congreso de la República aprobó la Ley 1874 de 2017, que ordena restablecer la enseñanza obligatoria de la historia de Colombia como una disciplina integrada en los lineamientos curriculares de las ciencias sociales. El objetivo es contribuir a la formación de una identidad nacional que reconozca la diversidad étnica cultural; desarrollar el pensamiento crítico a través de la comprensión de los procesos históricos y sociales, y promover la formación de una memoria histórica.
Con estos fundamentos legales, los docentes de sociales del municipio de Valledupar deben incluir en sus planes de estudios, la historia de Valledupar. Recomendamos los libros ‘Valledupar en el corazón de María Concepción Loperena’ de Blanca Añez Martínez, ‘Culturas Aborígenes Cesarenses e Independencia de Valle de Upar’ de Pedro Castro Trespalacios, y ‘Valledupar, música de una Historia’ de Tomás Darío Gutiérrez.
Como epílogo, este fragmento de las ‘Crónicas de un conquistador’: “Una valiente mujer proclama la batalla contra el gobierno español, en crepúsculo arrebol la derrota lo hace breve: como corona de nieve derretida bajo el sol. Y todavía me sorprende la triste ingenuidad, me honran con gigantes monumentos y a la heroína ya casi nadie la recuerda”.