En la recta final entra ya, en la práctica, la campaña presidencial en Colombia, teniendo en cuenta que sólo faltan nueve días para la realización de la primera vuelta que se desarrollará el próximo domingo 30 de mayo, según el calendario electoral establecido.
A partir de este fin de semana los colombianos tienen un necesario y trascendental periodo de reflexión, alejados de la bulla propia de las campañas políticas, de la propaganda empalagosa, de los rumores, anécdotas, consejas y de las encuestas que se han convertido en protagonistas de primera línea en esta ocasión.
Es hora de pensar sobre las cosas de fondo, lo que está en juego, que no es poca cosa. Reflexionar sobre los grandes problemas que tiene el país y cuya solución tendrá que afrontar la persona que se elija como sucesor de Álvaro Uribe Vélez y que asumirá la jefatura del Estado a partir del próximo 7 de agosto.
Colombia, al igual que la gran mayoría de los países de América Latina, es una nación con muchos y múltiples problemas, los cuales se presentan de manera simultánea y enredada de tal manera que, algunas veces, es difícil distinguir qué problema es más importante o urgente que otro?.
Y a pesar de los avances logrados durante el gobierno de Uribe Vélez está el tema de la seguridad, en su conjunto, particularmente la lucha contra la subversión, que hasta hace algunos años obstaculizaba la inversión privada y hacían pensar, inclusive, en la inviabilidad del país; esta política se debe mantener a toda costa, a pesar del alto costo que tiene en materia fiscal, en la medida que son miles de millones de pesos los que el país podría destinar a mayor gasto social que tanta falta nos hace.
Está el tema de la lucha contra el narcotráfico, monstruo de mil cabezas que sigue vivito y coleando, y que Colombia debe continuar ojalá con mayor ayuda y comprensión por parte de los Estados Unidos y de toda la comunidad internacional, en general.
Adicionalmente, está el tema de las denominadas bandas criminales, algunas emergentes del paramilitarismo y el mismo narcotráfico y que se han convertido en un fenómeno aún no comprendido en toda su magnitud y por lo mismo se desconoce las implicaciones que tendrá afrontarlas.
Y finalmente el tema de la pequeña delincuencia que día a día afecta a tantos ciudadanos, nos referimos al atraco callejero y al robo a residencias, etc., que requieren mucha atención con recursos económicos y personal por parte de la Policía Nacional y otras dependencias del Estado.
En el área económica es amplia, diversa y también compleja la problemática que tendrá que asumir el próximo Presidente. En primer lugar, está el tema del déficit fiscal: las arcas del Estado no están en su mejor momento, la situación es bien complicada y muy distinta a los ríos de leche y miel que han propuesto algunos candidatos.
Se requiere en las actuales circunstancias de una persona que conozca de la grave situación por las que pasan las finanzas públicas, ya que tendrá que proponer y sacar en el Congreso de la República una reforma tributaria a fondo, que tocará el bolsillo de miles de empresas y familias, con el fin de modernizar una estructura tributaria que hoy dista de ser eficiente, equitativa y progresista como establece nuestra Constitución Política y el manejo sano de la hacienda pública.
A pesar de ese panorama restrictivo en materia fiscal, el nuevo gobierno tendrá que ingeniárselas para poner en marcha un plan anti-desempleo, con el fin de hacerle frente a un problema que afecta a unos tres millones de colombianos, y cuya tasa promedio nacional se aproxima al 14 por ciento y constituye un reto mayor en materia de política macroeconómica.
Son muchos otros, por supuesto, los temas en materia económica: lucha contra la pobreza y la marginalidad, competitividad, infraestructura, etc.; para mencionar sólo algunos. Igualmente, es amplia la agenda en materia social y en otros frentes. Sobre estos otros temas nos referiremos próximamente; pero los mismos ratifican la importancia de la decisión que tenemos entre manos, como ciudadanos, de escoger a una persona con una amplia experiencia en el manejo del Estado y con un amplio conocimiento en los distintos problemas que afronta un país como Colombia.