Por Jesús Alberto Torres Ariza
Una de las experiencias más bellas de la vida fue hacer el camino de Santiago de Compostela; dos veces, fueron 115 kilómetros iniciando desde Sarria, se atraviesan pueblos y caseríos, por caminos de montaña y en el llano, por caminos destapados y carreteras interestatales; la emoción de llegar a la ciudad de Santiago es grande, sorprende su belleza, la arquitectura y la alegría de los peregrinos que sienten llegar al final de su camino.
Una calles antes de ver la majestuosa catedral uno se sorprende al ver escrito en el piso una frase de Juan Pablo II, que explica bien el fruto de las peregrinaciones a Santiago en la historia, la frase reza: “Europa, se hizo caminando a Santiago” y es verdad; desde el año 840, en que se descubrió la tumba del apóstol, se inició el fenómeno jacobeo en el que miles de peregrinos, con motivos de penitencia para purgar o por afán de gloria o para pagar alguna pena civil que se podía cambiar en lugar de ir a las galeras.
Las razones por las que las peregrinaciones a Santiago ayudaron a Europa fueron múltiples ya que podemos resaltar el sentido religioso en el que animados por la fe se caminaba con la alegría del encuentro con el Señor Jesús, con María y el apóstol Santiago; animados por el amor a Dios se iba dando el maravilloso don de la fraternidad ya que sin importar el pueblo de origen, la clase social y el estado de vida se consideraba al otro como hermano por el simple hecho de ser compañero de camino; es por eso que Europa tiene una raíces cristianas muy fuertes y los pueblos se consideran hermanos.
El camino de Santiago se hace animados por la fe y también, por el ejercicio de la caridad que suscitó la apertura de hospedajes, hospitales, leprosorios, restaurantes y demás servicios para acoger a los peregrinos; unido a lo anterior se fueron construyendo carreteras, puentes, casa y castillos; surgieron pequeños pueblos y se fortalecieron ciudades; se escribieron guías, se establecieron medios de transporte, se formó una legislación y surgieron muchas fuentes de trabajo. Toda esta realidad sigue así en la actualidad no solamente en Santiago de Compostela sino en todos aquellos sitios de peregrinación que tiene la Iglesia como Roma, Lujan, Guadalupe, Lourdes, Fátima y demás.
Después de una peregrinación se llega a casa con una visión distinta de la vida gracias al gozo del encuentro con Dios y los hermanos; se cuentan las historias, animan a los otros a que se pongan en camino, se anhela regresar y se tienen motivos para continuar el camino de la existencia cotidiana. Así son las peregrinaciones, son una hermosa experiencia de vida cristiana y de construcción de comunidad.
El pasado viernes 15 de diciembre desde las 6:00 p.m. tuvimos una peregrinación mariana que inició en la parroquia La Concepción – Plaza Alfonso López hasta la parroquia Reina de la Paz. La hicimos en la esperanza de que sería un evento que progresivamente penetrara en el espíritu de nuestra región para ayudarnos a crecer como fieles y comunidad. El objetivo fue caminar con la alegría del encuentro, con el gozo de compartir con otros hermanos de distinta condición y origen; fuimoss con el deseo de construir comunidad y volver a nuestras casas con el deseo de ser mejores personas cada día. Peregrinar hace parte de nuestra fe.