Si bien, la derecha colombiana nunca ha tenido argumentos válidos para gobernar, diferente al mantenimiento del orden, lo de esta campaña agotó esas posibilidades, jugándole a los posibles errores del aspirante atípico, para tirarle basura; en este caso se trata de G.P., el único con propuestas de transformación.
Claro, los demás también hablan de cambios pero para que todo siga igual; esta figura se conoce como gatopardismo. Esta es una campaña de francotiradores apostados en la oscuridad. Es un espectáculo deprimente ejercido en nombre de la democracia.
A raíz de la propuesta del perdón social hecha por Petro, que coincidió con la visita de la Misión Intereclesial para atender el llamado de dos presidiarios, Iván Moreno y el “Gordo García”, presos por las denuncias de Petro, han querido armar una tormenta en un vaso de agua para quitarle prensa al falso positivo del Putumayo.
En el fondo no se trata del perdón social sino de involucrar a Petro con la financiación de su campaña por parte de la delincuencia. Ya tenían elaborado el comunicado de Marcos Figueroa pidiendo votar por Petro, un voto pecaminoso que no hace falta; sus votos los busca G.P. en las plazas públicas, en las nuevas ciudadanías. Están desesperados, este burdo montaje ha sido develado a tiempo.
El contubernio es total, ya Enrique Gómez había anunciado que este lunes pasado acabaría la campaña de Petro, luego él conocía el libreto como también ‘Fico’ que tenía programada su censura desde la Picota. Hubiera sido más creíble entrevistar a Andrés F. Arias, influenciador uribista, delincuente extraditado desde los EE.UU y recibido con honores en la privacidad del aeropuerto militar de Catán y que hoy casi nadie sabe en cual resort lo tienen. Vendrán peores montajes, parece que ya hay uno de tipo sexual muy fuerte. Ya se conocían algunos anuncios de J.J. Rendón.
El perdón es la columna vertebral del cristianismo pero los que dicen profesar esta fe tienen una definición sesgada. “El que se sienta sin pecado que tire la 1ª piedra”, dijo Jesús a los fariseos que todo lo subyugaban a la ley. A Jesús le criticaban que se sentara a comer con pecadores y publicanos como hoy quieren impedirle a Colombia que esté al lado de F. Márquez y G.P., íconos de barro.
Las leyes son convenios que establece la humanidad para fijar unos comportamientos mínimos de convivencia que no deben trascender al homo. Perdonar no es sustituir la justicia, perdonar es convivir socialmente, es fortalecer la confianza y la estabilidad emocional.
Cuando se pierde la confianza se ha perdido todo, y es en ese punto donde las instituciones comienzan a desmoronarse; cuando no se perdona fluyen el rencor y la venganza y las sociedades se tornan tóxicas. Se dice que el perdón es el antídoto de la venganza y no consiste en validar los errores. Tampoco el perdón social consiste en venderle el alma al diablo, es pactar unos compromisos sociales. El perdón social es un acto de fé, casi teologal.
Alguien dijo que el perdón es un don, algo que se puede dar y pedir a cambio de nada; el perdonado siente que no ha perdido sus oportunidades y el perdonador se libera del sentimiento de odio y rencor. Esta es una terapia saludable para la nación que vive de la emboscada aleve y se mueve entre tirios y troyanos, que camina por senderos de malhechores, más peligrosos que la dinamita.
Una propuesta de amnistía, repudiable, la había hecho Uribe hace algunos meses y todos los medios le hicieron resonancia, pero como ahora proviene de Petro, entonces es pecaminosa. “¡Generación de víboras!”. Es verdad, solo le tiran piedras al árbol que tiene frutas.