En la primera festividad de esta época decembrina, la celebración de noche de Velitas, entre 7 y 8 de diciembre, se presentaron ocho casos de personas quemadas con pólvora en el Cesar, ocupando el deshonroso tercer lugar entre los departamentos del país, superado por Valle del Cauca con 22 casos y Antioquia con 14.
En el Cesar es mayor la preocupación, porque en el 2017 solo hubo cinco quemados; los casos aumentaron pese a las intensas campañas de las autoridades de salud y de la Policía. Para las mismas fechas del año pasado se notificaron 66 lesionados, una leve reducción a nivel nacional, pero no podemos ser conformistas.
Preocupa que más del 70 % de los afectados manipularon pólvora, mientras que los artefactos que más daño causaron fueron los totes o diablitos y voladores. Las lesiones más frecuentes son las quemaduras en el 87% de los casos, las laceraciones en el 71%.
Además, hay sub-registros de niños quemados con velas y otros elementos con fuego que utilizan, principalmente en los barrios populares, para ‘encender’ las fiestas. Por ejemplo, el brillo fino que normalmente se utiliza para lavar la loza es utilizado como juego pirotécnico y también ocasiona quemaduras no relacionados directamente con pólvora y de los cuales no hay casos registrados en los centros asistenciales porque por lo general tienen manejos caseros.
Nuestro llamado hoy es a reforzar las campañas que ya se vienen realizando, así como a evitar la manipulación de pólvora por manos no expertas. Los niños pueden ser víctimas sin manipular elementos pirotécnicos, por el solo hecho de estar cerca de personas que sí lo estén haciendo. Entonces, la responsabilidad de los padres es fundamental.
Todavía hay muchas jornadas por desarrollar contra la pólvora, teniendo en cuenta que se viene la noche de Navidad, el 24 y 25 de diciembre, y la de Año Nuevo, el 31 de diciembre y 1 de enero, las fechas con más incidencia de quemados y en las que se deben vigorizar todas las estrategias de la fuerza pública, autoridades administrativas y ciudadanía en general.
Sorprende que en las calles se venda pólvora en las narices de las autoridades, sorprende que los padres de familia les compren a sus hijos estos elementos, y sorprende que a pesar de ver tantas tragedias no tomemos conciencia de que la pólvora no es un juego y solo debe ser manipulada por expertos.
Ya perdimos la primera prueba, pero podemos compensar los resultados en las dos siguientes; de cada uno depende que la pólvora no gane la batalla y no siga dejando más personas marcadas en su piel, mutilados, o en los peores de los casos sin vida.