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Pepe Mujica: “Vivo como digo y digo lo que pienso”

“Ojo, este loco es auténtico. Se equivoca.

En esto no estoy de acuerdo y en aquello otro tampoco,

pero este loco es auténtico”.

No descarto que a otros les pase lo mismo. Dejé para mi retiro, a los 65 años, la coleta de tiempo que resta a mi existencia para ponerme al día con los libros de la biblioteca personal que me faltaban por leer; aparte de que el hábito de la lectura es una tabla de salvación para ese ‘salto al vacío’ en que a veces se convierte el fin de la labor profesional. También hice el propósito de no comprar más libros; pero no contaba con que la hija, una sobrina y algunos amigos/as me iban a surtir de libros ‘imprescindibles’.

«Pepe Mujica: De tupamaro a presidente», es uno de los libros regalados. Una decorosa edición de Ed. Capital intelectual, Buenos Aires, 2019 (134 pp.). Su contenido es una extensa entrevista de la escritora uruguaya María Esther Gilio (1922-2011), una entrevista biográfica a ese personaje excepcional que es Pepe Mujica (nacido el 20 de mayo de 1934), cuya vida parece una anchurosa novela del siglo XIX. Desde el juvenil sueño romántico de la revolución socialista y 13 años de duro presidio, hasta la presidencia del Uruguay. Con digresiones sobre la infancia y adolescencia. Desoladora vida carcelaria de tortura física, y el suplicio mental de no poder hacer lo que más le gustaba: leer. “Siempre le gustó saber. Lee mucho, sobre todo historia y literatura, y algo de biología”.

Inspirado en la frase, “un hombre puede ser destruido pero no derrotado”, Pepe Mujica halló en las arañas y las hormigas, únicos seres vivientes que le acompañaban, la oportunidad para no enloquecer; en efecto, desarrolló con esos seres minúsculos una capacidad de comunicación que lo devolvió a la libertad fortalecido, y sabio. Ya no en busca del hombre ‘nuevo’ (utopía socialista), sino de uno más realista: “…el sueño de un hombre, si no nuevo, sí algo mejor”. Sin renunciar a la causa: “Nacimos para luchar por la igualdad”.

En el camino hacia la presidencia de Uruguay le ayudó mucho su actitud autocrítica, hacia sí mismo y hacia la izquierda, en la que siguió militando. “Izquierda que no acepta la diferencia, impide la unión”. Vindicando, eso sí, los fundamentos básicos de la izquierda que procura dignificar al ser humano: “…tendencia a la equidad y la justicia social”. Con base en un principio esencial: “humildad y compromiso”. Y hablando al oído de Gustavo Petro, en virtud de una idéntica circunstancia: “Nosotros hemos hecho la Constitución, ahora hay que hacer el país”. Y capaz de practicar su idea de socialismo, “dentro del marco estrecho del capitalismo”. 

Su filosofía, más que ideología, está plasmada en estas líneas: «…Debemos tomar conciencia de la sociedad en que vivimos. Decidimos que hay que ahorrar luz porque hay poco combustible y podremos tener apagones, sin darnos cuenta de que el combustible no está fallando por la crueldad del destino sino porque vivimos en una civilización donde es ley el despilfarro. Pensemos en el verdadero significado del término ‘despilfarro’. Decimos: ‘Hay que ahorrar luz para que no nos falte’. Yo pregunto ¿lo que hay que ahorrar es luz? Lo que hay que ahorrar es vida humana. Porque cuando tú compras, no compras con dinero. Compras con la vida que gastás para obtener ese dinero. Pero la vida no es una mercadería, es el único bien que no podés comprar. Ahora, cuando tú has gastado tu vida detrás del dinero, has gastado lo más valioso que hay en tu vida: la libertad. Libertad para hacer lo que te gusta y te motiva. Cuanto más agrandás la franja de tu vida que dedicás a ganar dinero, más achicás la franja de la libertad».

Dice María Esther Gilio que, al dejar Pepe Mujica la presidencia, 150 mil personas dijeron ‘adiós’ y ‘gracias’ con lágrimas en los ojos.

Por: Donaldo Mendoza.

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