Por: Karen Liliana Pérez
La calle de los peluqueros está ubicada en el barrio Villa Corelca, muy cerca al estadio de Béisbol Erasmo Camacho.
Usan navajas como pinceles y el cuero cabelludo como un lienzo. No son artistas plásticos, pero su trabajo para algunos se asemeja a una obra de arte. Jóvenes y adultos esperan horas para ser intervenidos por estos obreros de la tijera. Son los llamados peluqueros urbanos, algo no tan nuevo pero que últimamente está en boga y en crecimiento.
En Valledupar nació un pequeño espacio en la calle para los peluqueros; un lugar donde todo tiene que ver con la profesión.
La idea surgió de los jóvenes: Hurtado Manrique y Miguel Ángel Fuente Mindiola; de veinte y dieciocho años de edad, quienes han visto en este oficio la manera más fácil de ganarse la vida.
Estos jóvenes de barrio, sin estudio ni trabajo han aprendido un oficio y una forma de ganarse la vida decentemente. Buscándose el sustento en las calles.
Desde bien temprano, Hurtado Manrique, con sus instrumentos de trabajo sale de su casa rumbo a la calle. En una esquina al lado del estadio de Béisbol Erasmo Camacho, está ubicada la improvisada “peluquería”. Un espejo, una mesa y encima de ella está: la maquinita, la peinilla y demás utensilios.
Hurtado, es un artista, quien con sus manos plasma sus creaciones en los cortes que realiza. Las personas que llegan a su peluquería van en busca de innovadores cortes, que según él tienen “estilo”.
Júnior Enrique Hurtado, es de Barranquilla, pero hace varios años vivió en Venezuela, allí –asegura él- fue donde aprendió el oficio de la peluquería. “A la edad de los quince años me fui a vivir a Caracas y, en la comuna donde vivía veía a mis amigos peluquear y así fue como aprendí”.
Desde ese momento se perfeccionó en el oficio cuando los compañeros de colegio iban donde él para que los ´motilara´.
En el año 2009 llega a Valledupar y no encontrando otra opción de empleo decide montar en la calle una peluquería para su sustento diario.
“Hace un año que tenemos este puesto. Cuando conocí a mi compañero tomamos la decisión de que fuera en la calle, porque no teníamos los recursos para alquilar un salón”, indicó.
Su compañero Miguel Ángel Fuente, lleva siete años ejerciendo la profesión y asegura que “ser peluquero es un arte” el cual, le ha permitido “conocer muchas personas y amigos”.
Él empezó a cortar el cabello desde su casa, teniendo como instrumentos de trabajo: una ´gilette´ y una ´peinilla´.
Pero al ver que necesitaba más clientes se unió con Hurtado para imponer en plena vía una nueva forma de trabajar. Yo primero comencé en mi casa, pero necesitaba más personas y decidimos venirnos para la calle.
Entre la innovación y las tendencias
Entre 10 a 15 minutos se toman estos artesanos para dar forma al cabello. Y los jueves, viernes y sábados son los días cuando estas peluquerías se atestan de jóvenes que buscan un cupo para ser atendidos.
Desde 3 mil hasta 20 mil pesos llega a costar un corte, dependiendo del dibujo aumenta el precio.
“Entre semana hago 60 a 65 mil pesos. Pero los días que nos va bien son los fines de semanas que nos hacemos 150 mil pesos”, manifiestan.
Dibujos como “el nike”, “el puma”, entre otras formas modernas son los apetecidos por las personas. No cabe duda que para Hurtado Y Miguel Ángel ser peluquero es lo “máximo”, y si como ellos manifiestan “lo realizan con amor y serán peluqueros toda la vida”.