Todavía falta agua por correr bajo el puente. No se sabe cuándo se firmarán los acuerdos, ni se conoce su contenido final.
Como nada está acordado hasta que todo esté acordado, toca esperar a ver con qué salen los negociadores.
Es de conocimiento público, desde luego, lo que se ha cerrado en varios puntos de la agenda.
Gracias a lo ya publicado en materia de desarrollo rural, participación política, drogas ilícitas, jurisdicción especial para la paz, blindaje jurídico, dejación de armas y cese bilateral definitivo de fuego y hostilidades, se han ido perfilando, en forma preliminar, las tendencias a favor del SÍ, del NO y de la abstención.
Faltan aún varios temas de importancia. Y existe una gran expectativa respecto de lo que sucederá con las llamadas “salvedades”, que comprenden asuntos con capacidad para alterar el sistema económico, político y social.
Independientemente de lo anterior, con lo que se busca señalar que no se tienen todos los elementos de juicio para decidir cómo votar, es evidente que existen inclinaciones claras a favor del SÍ y del NO.
Sin embargo, no sucede lo mismo con la abstención, que es una opción política válida en los mecanismos de participación.
Hagamos un poco de pedagogía. Como la Corte Constitucional, en mala hora para la nación, le cerró la puerta a una tercera opción, quien se abstenga estaría expresando un sentimiento que no se podrá cuantificar en una cifra electoral.
Pero podrá ser coherente con sus creencias, si así lo desea. Abstenerse sería decir SÍ al fin de las Farc, y NO a la impunidad. Abstenerse sería decir SÍ a la entrega de las armas de las Farc a la ONU, y NO a que no paguen ni un solo día de cárcel. Abstenerse sería decir SÍ al fin de los secuestros de las Farc, y NO a que los responsables de los más graves delitos sean sancionados con restricción de la libertad en condiciones especiales. Abstenerse sería decir SÍ al fin de las masacres que cometen las Farc, y NO a que quienes las cometen puedan ser elegidos de manera inmediata.
Abstenerse sería decir SÍ a que cese definitivamente el terrorismo de las Farc, y NO a que no entreguen sus recursos para financiar programas de reparación a las víctimas. Abstenerse sería decir SÍ a la paz, y NO a que los acuerdos se incorporen a la Constitución mediante el bloque de constitucionalidad. Abstenerse sería decir SÍ a la paz, y NO a una democracia limitada en la que la voluntad del Gobierno y las Farc prevalecerá sobre los pronunciamientos populares en el futuro. Esperemos a ver el texto final del acuerdo.
Quien escribe estas líneas es amigo de la abstención, pero actuará conforme a las decisiones que tome, después de una amplia deliberación interna, Centro Democrático.
No obstante, conviene contribuir a que haya claridad sobre el sentido de esa posición.
Es de lamentar que la Corte Constitucional dizque haya avalado un mecanismo de participación, creando uno nuevo, mediante la limitación de la democracia participativa, que es columna vertebral de la Carta de 1991.
Por Carlos Holmes Trujillo G.