Como joven cesarense y fiel creyente de la capacidad que poseemos los colombianos, especialmente los vallenatos, de usar nuestro folclor y cultura para la construcción de la paz y la exaltación de la belleza de nuestra nación, iluminando las sombras de la violencia, asistir al evento “Pazllenato”, organizado por la Cámara de Comercio de Valledupar y el reconocido dirigente José Luis Urón Márquez, fue una experiencia profundamente gratificante. Reconocer en esta reunión los esfuerzos dirigidos a construir un ambiente pacífico, duradero, sostenible e innovador en nuestro territorio, más allá de nuestras características divisiones políticas e ideológicas, fue simplemente excepcional.
Desentrañar un fenómeno que ha desangrado nuestro país y nuestra región desde mucho antes de mi nacimiento hace escasos 16 años ha sido clave para entender la función de las juventudes en este proceso que, al final del día, nos pertenece a todos. Escuchar experiencias extranjeras como las del jefe de la misión diplomática de la embajada saharaui en Colombia, el Sr. Hauri Ahmed Moulud, y el Dr. José Botero han abierto mis ojos no solo a la forma en la que se desenvuelven las relaciones internacionales, un tema que encuentro apasionante, sino también, y a través de una comparación de eventos, a las posibilidades de progreso que tenemos los colombianos y al entendimiento de la naturaleza que ha caracterizado a nuestro país desde los inicios del conflicto.
Conocer los distintos factores y actores que inciden en las soluciones necesarias para llevar a Colombia hacia una paz duradera a través de la gerente de IWPG Laire Ha, la brillante fundadora de Alkado, Karin Dodic, e incluso la senadora de la república Clara López, me ha servido para entender que no solo se trata de acabar con la violencia, sino también de construir oportunidades para todos de manera equitativa y solidaria. Promover el progreso es promover la paz. Nuestro país necesita de nosotros, de que nos eduquemos, nos interesemos y empecemos a actuar en pro del sostenimiento de nuestro futuro, entendiendo nuestro contexto individual y colectivo, historia y herramientas para así encaminarlas a través de acciones eficientes y asertivas en la construcción de nuestra Colombia anhelada.
Entender, a través de los ojos y la sabiduría del señor Tomás Darío Gutiérrez, la importancia de nuestra cultura musical en esta lucha incansable, y escuchar en sus palabras la pasión con la cual nos invita a domar la violencia con notas musicales y letras adornadas con la belleza de nuestra tierra, produjo en mi corazón vallenato un sentimiento de deseo y anhelo que todos, adultos, jóvenes y niños colombianos, debemos sentir para poder tocar y vivir ese futuro de paz que espera por nosotros.
“Pazllenato” no solo me brindó conocimientos y herramientas, sino que también me conectó con una red de personas comprometidas con la misma causa a nivel nacional e internacional. Con la motivación y el compromiso intacto invito a los jóvenes a interesarse y convertirse en líderes constructores de paz, no solo para Colombia sino también para el mundo.
Por Carolina Andrea Caballero Núñez*
*Estudiante de Colegio Santa Fe de Valledupar