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¿Paz total para quién?

El presidente Petro tiene una obsesión peligrosa de hacer una “paz total” incluso de manera unilateral como ya lo ha demostrado en todos sus anuncios. Desde su posesión no ha hecho sino tenderle la mano generosa del Estado a todos los grupos terroristas resucitando incluso a la extinta FARC, hoy autodenominadas “disidencias”, que todos sabemos y lo hemos dicho hasta la saciedad son un grupo de narcoterroristas que están buscando rearmarse, recuperar territorios y hacerse con el poder en zonas que tienen en disputa con los otros grupos que delinquen en las diferentes zonas del país.

Pero si el supuesto proceso con las disidencias nos debe generar alerta, el que se inventó con el ELN es mucho más peligroso porque todo indica que el único que quiere firmar un proceso de paz es el presidente porque ésta gente ha dicho de todas las formas posibles que no quiere ningún proceso de paz y que además no van a renunciar al secuestro extorsivo como mecanismo de financiación de sus actividades terroristas; si el gobierno no lo quiere entender entonces la suspicacia aumenta porque, ¿qué hay detrás de todo esto?

El problema es que la situación de seguridad en el país ha ido en franco deterioro. Según cifras del DANE en el año 2023 los homicidios aumentaron un 5,2 % con respecto al 2022 y las muertes violentas aumentaron un 4,63 % respecto al mismo año; en un informe publicado por la Universidad Externado la intensidad de la violencia se localiza en los departamentos de San Andrés y Providencia, Putumayo y Cauca donde superan en el doble la tasa de homicidios del país, y el deterioro en departamentos como Valle del Cauca y Antioquia, nótese como las zonas coinciden con el arrecio violento del ELN, las organizaciones criminales como el Clan del Golfo, La Cordillera y las disidencias todas involucradas con el narcotráfico. 

Pero como si fuera poco, existe un elemento que hace que la situación se torne aún peor y es la sensación que tiene el país de la enorme complacencia del Estado con los grupos delincuenciales, la inacción de las fuerzas militares y de policía en las zonas donde estos grupos son la ley pareciera que la intención no fuese combatirlos sino protegerlos. Insisto, es una percepción generalizada que ya hace carrera.

Y es que los hechos son tozudos y gritan más de lo que el gobierno sale a desmentir en redes todos los días y es que no hay ninguna complacencia y que como nunca los están combatiendo y que todos los días incautan toneladas de coca y destruyen complejos cocaleros; sin embargo, las imágenes que circularon esta semana del ELN celebrando su “aniversario” en el municipio de Pelaya, Cesar, con bombos y platillos, lanzando globos a plena luz del día  deja la incógnita de ¿dónde estaba el Ejército o la Policía en esos momentos? ¿Tienen órdenes de no actuar en contra de estos grupos?

Y por si las circunstancias estuviesen alineadas para generar más suspicacias y preocupaciones, esta semana que terminó hubo cambio intempestivo en la comandancia del Ejército con la salida del general Helder Giraldo Bonilla la cual coincide con la dada de baja de un cabecilla del grupo narcoterrorista “La segunda Marquetalia”, otro de los grupos consentidos por el presidente y aunque la mayoría de los medios nacionales registraron la extraña coincidencia de la salida del general con la muerte del cabecilla el mismo presidente salió a decir que eso era una mentira de los medios.

Preocupa y mucho lo que se esconde detrás de esta estrategia del gobierno porque nadie entiende como el Estado se equipara a unos grupos de delincuentes y narcotraficantes para ofrecerles unilateralmente procesos de negociación cuando lo que se debe es aplicar toda la fuerza de las armas del estado y obligarlos a un sometimiento a la justicia que es lo que se hace en estos casos; pero no, el gobierno le fascina estar sentado en mesas que al  final no terminan sino en más violencia y más coca sembrada, recordemos que desde el proceso del Caguán de Pastrana y el de Santos con la  Farc terminaron en una burla al país.

Ojalá no nos estén suavizando con discursos de paz una amarga medicina que terminaremos lamentando en el futuro cuando el gobierno copie la estrategia de Chávez en Venezuela con sus famosos colectivos armados para “defender” su constituyente, ojo, esto no pinta bien.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya

Categories: Columnista
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