El patinaje del Cesar ha tenido un gran auge, y prueba de ello es la cantidad de practicantes a lo largo y ancho del departamento, muchos de estos deportistas que arriesgan su vida entrenando en plena carretera debido a la carencia de patinódromo. Valledupar que cuenta con el patinódromo Elías Ochoa Daza y en Rio de Oro, donde los propios padres de familia aportaron y construyeron otro, son las dos localidades que cuentan con escenarios para el patinaje.
En el Municipio de Gamarra están construyendo unos peraltes, mientras que Aguachica espera se haga realidad la promesa del Gobernador, Luis Alberto Monsalvo, de construirles un patinódromo.
Los jóvenes practicantes de los demás municipios entrenan en las mismas calles, en las plazas, algunas que son amplias y donde pueden hacer circuitos, o en aéreas que pertenecen a la Federación Colombiana de Algodoneros, frente a almacenes cafeteros o ganaderos, o en las canchas de micro.
Con tal de que sus hijos hagan patinaje, en Valledupar los padres de familia realizan toda clase de sacrificios, desde comprarles los caros patines, o llevarlos a los sitios de entrenamientos y pagar a la escuela que los instruye, la inscripción y la cuota mensual. Hay cuotas mensuales que oscilan entre 25 mil pesos, que pagan los deportistas de los estratos bajos, hasta 100 mil que cancelan los que tienen más recursos y que se ilusionan por hacer parte de una selección Colombia. A esto súmele que el padre de familia debe aportar para el viaje en avión, la estadía en la ciudad sede del evento, además de contribuir con donaciones al club.
Pero en Valledupar, pese al auge que tiene el patinaje con miles de deportistas inscritos en los clubes y un patinódromo que se llena cada día entre tarde y noche, son pocos los que pueden decir que han llegado a la selección Colombia.
“Desde hace doce años, El Cesar no pone un deportista en una selección Colombia y la patinadora que más ha sobresalido es Andrea Cañón, quien consiguió la primera medalla de bronce para el departamento en la categoría juvenil,” dijo un allegado al patinaje que pidió el favor que no se publicara su nombre.
Y es que cuando regresan los clubes vallenatos de los eventos nacionales, informan que trajeron tal cantidad de medallas, “esas medallas la mayoría son de destacados, que los organizadores de los campeonatos entregan a los siete primeros en las pruebas, esto ocurre para las categoría menores, con edades de siete a 10 años”.
La persona entrevistada manifestó que la categoría transición, donde los de 11 años son pre infantiles, los de 12 años, infantiles y los de 13 se llaman junior, ellos si cogen medallas, el que llega primero de oro, mientras que segundo y tercero aseguran plata y cuarto y quinto bronce.
Es en las categorías prejuvenil, juvenil y mayores élite, donde se mide el verdadero potencial de un departamento, en estas categorías es donde el Cesar pese al auge de su patinaje poco ha avanzado, destacándose Andrea Cañón, que ganó medalla de bronce en el campeonato nacional de Bucaramanga, en categoría juvenil con lo que se metió en la élite a nivel nacional. Los demás deportistas aunque se esfuerzan, no han conseguido llegar a donde está esta deportista.
Es nuestra esperanza
Andrea Cañón es la esperanza del Cesar en los próximos Juegos Nacionales, donde deberá enfrentar a los más granados del patinaje nacional, la mayoría que ha competido en eventos internacionales. Le acompañarán en las justas de fin de año, los deportistas cesarenses Jorge Armenta, Diana Luque, Katiuska Mendoza Jhon Álvaro Ochoa, María Daniela Hurtado y Ratchel Galvis, todos que se preparan en Valledupar a excepción de Jhon Álvaro Ochoa, quien entrena en Cali junto a los del Valle del Cauca y que buscan las medallas de los Juegos Nacionales. Los residentes en esta ciudad viajaron a Medellín a participar de una válida puntuable donde aspiran subir en el escalafón para las selecciones Colombia, además de foguearse para Juegos Nacionales.
Negocio sobre ruedas
El patinaje se volvió tanto un negocio, que los nueve clubes vallenatos se pelean por un sitio de entrenamiento en el patinódromo. “Ninguno de los nueve clubes le paga al Municipio por la utilización del escenario, tampoco pagan agua, luz y aseo, en cambio si cobran la mensualidad a los niños practicantes, además de lo que reciben de los padres. Los entrenadores y directivos del patinaje se benefician también con la venta allí mismo en el patinódromo de cascos, rodilleras, coderas, antifracturantes y uniformes, además de los bonos y rifas que riegan entre los ilusionados niños del patinaje.
Se niegan a la limpieza
Dos veces en este año 2012, el director de Indupal se ha visto en la necesidad de cerrar el patinódromo ante el incumplimiento de los nueve clubes de limpiar la batería sanitaria y recoger la basura que queda luego de una faena de entrenamientos.
A comienzos de año y luego de que firmaron un acta de compromiso, el escenario les fue reabierto, pero de nuevo quedaron mal, ante esto, el lunes anterior otra vez lo cerró Indupal, pero el martes lo recuperaron al firmar otra acta de compromiso.
Patinando el Cesar
El patinaje se ha extendido a Aguachica que reclama un patinódromo, lo mismo que a Gamarra que ya tiene sus peraltes y Rio de Oro que tiene un escenario propio, todos estos tienen clubes conformados, igual que los municipios donde los jóvenes practican en las calles, como San Alberto, San Martín, Pelaya, Pailitas, Bosconia, El Copey, Chimichagua, Chiriguaná. Se empiezan a gestar clubes de patinaje en Becerril, La Jagua de Ibirico y Codazzi. En el Municipio de La Paz, a 15 kilómetros de Valledupar no se oye decir absolutamente nada.
Este es el patinaje, actividad que les produce dividendos a los entrenadores, a diferencia de deportes como fútbol, micro o voleibol, donde el profesor debe ayudar para el transporte, el agua y la inscripción de los jugadores, ah, y hasta conseguirles el uniforme.