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Patas arriba

La crisis mundial actual no tiene antecedentes recientes que le compitan. El globo entero está viviendo una época de tensiones enormes. Desde la guerra generada por la invasión de Rusia a Ucrania, pasando por el sangriento conflicto que enfrenta actualmente a Israel con Hamás, sin dejar de lado lo que ocurre entre Taiwán y China y sin olvidar la situación entre las 2 Coreas, el planeta es un verdadero polvorín. En Latinoamérica, la izquierda gobernante que viene aplicando los dictámenes del Foro de Sao Paulo, tiene al continente sumido en la pobreza y la corrupción; y ni qué decir de la crisis del sistema parlamentario, en el que España aparece en escena para dejarlo mal parado, pues el Partido Popular ganó holgadamente las elecciones que se realizaron recientemente, pero las negociaciones asquerosas de Sánchez con los separatistas catalanes lo mantendrán en el gobierno. ¡Caos total!

Curiosamente en Estados Unidos el ambiente preelectoral muestra al expresidente Donald Trump como el más posible sucesor de Joe Biden. Trump y varios de sus familiares enfrentan un proceso judicial muy complejo y a pesar de estar empapelados, el de la melena rubia parece perfilarse como el próximo inquilino de la Casa Blanca. Valga la pena aclarar y, dicho sea de paso, que, durante el cuatrenio de Trump, no se presentó en el planeta ni un conflicto bélico. 

Definitivamente la fuerza y la presencia de Trump resultaban intimidantes para la geopolítica mundial y ello neutralizó los deseos guerreristas de algunos líderes. ¿Qué nos tiene entonces así? Vengo construyendo una hipótesis para explicar este fenómeno: primero, Biden y su política exterior son un desastre y segundo, el vacío dejado por los Estados Unidos al haber renunciado a ser el estado gendarme por excelencia, ha sido llenado por personajes de la talla de Putin, Xi Jinping y Kim Jong Un. ¿Por qué se generó ese vacío en su momento? Porque el señor Barack Hussein Obama, siendo presidente, decidió implementar una política que consistía en recular, no imponer un orden mundial como otrora y por ende, llegaron otros a pelear por tomar el control. El expresidente afroamericano y premio Nóbel de paz, es responsable de lo que está pasando y quien fuera su vicepresidente, también. 

Hay que recordar que antes de llegar a ser presidente de los Estados Unidos, Obama fue senador en representación del estado de Illinois por un período, sólo ocupó ese rol de resorte federal. L, nada más. Los demócratas siguen haciendo de las suyas…

Lo que vivimos actualmente en Colombia no es muy diferente. Desde hace 15 meses la gente hace lo que se le da la gana. Estamos sumidos en el desgobierno y el desorden, nuestras fuerzas armadas y de policía son secuestradas por indígenas y organizaciones campesinas a lo largo del país, hemos visto varias veces a nuestros soldados caminando por las calles de pueblos del Cauca con las manos en alto mientras el pueblo les maltrata verbalmente. 

En el Congreso de la República algunos de los senadores y representantes a la Cámara que apoyaron a Petro y a su Pacto Histórico en la última campaña presidencial, hoy son los más fuertes críticos del mismo gobierno que ayudaron a elegir. Y la historia no es distinta con exministros de Petro como Alejandro Gaviria que hace poco trabajaban para el guerrillero y ahora lo juzgan crudamente. FECODE -sindicato del magisterio-, los taxistas, los transportadores y el pueblo al que le han subido desmesuradamente los impuestos y hoy es mucho más pobre, todos unidos, quieren marchar en contra de Petro. 

Los resultados de las recientes elecciones regionales son el mejor ejemplo del rechazo social al gobierno. El hijo del presidente está siendo procesado por presuntos delitos cometidos por él al actuar a nombre de la campaña de su papá, desde la Casa de Nariño se emiten órdenes para chuzar teléfonos y hacer seguimientos a empleadas domésticas de funcionarios y a los profesores de inglés de esposas de generales activos; por mucho menos Petro le exigía la renuncia a varios de los presidentes que lo antecedieron. ¡Descarado!

Por: Jorge Eduardo Ávila.

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