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Pasados algunos días…

“Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra”. 1 Reyes 17:7

Elías, hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses como juicio de Dios sobre el reinado del perverso rey Acab. Como resultado de la sequía hubo hambre y escasez sobre la tierra.
Dios le habló a Elías y le ordenó apartarse y esconderse en el arroyo de Querit, frente al Jordán. Allí Dios lo sustentaría, bebería del arroyo y comería por la mañana y por la noche, pan y carne que le traían los cuervos enviados por Dios. Pero pasados unos días… ¡se secó el arroyo!.
Día tras día, semana tras semana, Elías con un espíritu firme e inquebrantable observaba como aquel arroyo, que representaba la provisión milagrosa de Dios para su vida, se secaba. Con el paso inexorable de los días, su fe se quebrantaba y algunas mañanas vaciló y estuvo tentado a renunciar por causa de la incredulidad, pero se sobrepuso y se rehusó permitir que las circunstancias se interpusieran entre él y su Dios.
La incredulidad ve a Dios por medio de las circunstancias; pero la fe pone a Dios por encima de ellas y las mira y comprende, a través de la misma realidad de Dios en el corazón.
Así, pasados unos días, el arroyo que se secaba se convirtió en un hilo de agua y después en charcos al pie de las enormes rocas, hasta que finalmente los charcos se encogieron, los pájaros se fueron, los animales no volvieron a beber y las voces del campo y de la selva se apagaron… ¡El arroyo se había secado!.
Solamente después de esta terrible experiencia, a su sufrido y revuelto espíritu, vuelve la palabra del Señor diciendo: “Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente”.
La mayoría de nosotros nos hubiésemos cansado y desesperado con esa agónica espera. Tal vez habríamos hecho planes y proyectos y hasta hubiéramos escrito un manual sobre “Cómo sobrevivir en la sequía”. Pero lo que sí es cierto es que nuestras canciones alegres y bullangueras habrían cesado tan pronto como hubiese disminuido el ruido musical del arroyo por el golpe del agua sobre las rocas. Seguro nos habríamos paseado preocupados y angustiados sobre la hierba seca pensando y cavilando cómo llevar a cabo un plan para evitar que el arroyo se secara; o incluso le habríamos presentado a Dios otro proyecto de mudanza o cambio de dirección, para recomenzar en algún otro lugar con iguales condiciones ambientales y alimenticias.

Queridos amigos lectores, Dios nos saca de apuros con mucha frecuencia, porque su misericordia permanece para siempre. Si tuviéramos la paciencia de Elías para esperar hasta que Dios nos revele sus planes, no tendríamos necesidad de encontrarnos tantas veces en laberintos enmarañados, ni tener que retroceder en muchas ocasiones avergonzados y con lágrimas en los ojos, recogiendo nuestros pasos y nuestras decisiones. ¡Esperemos con paciencia la dirección nueva de Dios para nuestras vidas!
Si el arroyo actual, el lugar o la fuente de donde proviene tu reposo y tu sustento; se está secando, espera la nueva dirección de Dios. Él nos mostrará hacia donde debemos dirigirnos.

Tal vez pensemos que esperar es un tiempo pasivo e inactivo, pero esperar en el Señor dista mucho de la pereza e inactividad. Mientras esperamos estaremos orando intensamente por conocerlo y saber sus propósitos y sus caminos. Estaremos monitoreando las circunstancias y pidiéndole a Dios que las interprete, mostrándonos su perspectiva. Mientras esperamos estaremos muy activos pidiendo, buscando y llamando. Y claro, mientras esperamos, estaremos ocupados haciendo aquello que Dios nos dijo que hiciéramos, en tanto dejamos la responsabilidad de los resultados en las manos de Dios.
Oremos: “Querido Dios, Gracias porque tiene preparado un plan B para cuando el arroyo de mi vida se seque. Confío y espero en ti y tu misericordia. Te reconozco como mi Dios y mi Señor. Amén”.
Recuerda: ¡Vale la pena esperar en Dios! Su tiempo y sus caminos siempre son correctos, Él nos guiará en sus caminos y en su tiempo para cumplir sus propósitos.
Saludos y muchas bendiciones…

valeriomejia@etb.net.co

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