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¿Qué pasa con los planes estratégicos del Cesar?

El departamento del Cesar cuenta con dos planes estratégicos, proyectados a diez y veinte años, respectivamente. El primero fue Cesar 2017 y lo formuló el gobierno de Hernando Molina en el 2007. El otro se denominó Visión 2032 Cesar Caribe, concebido en el 2011 durante el mandato de Cristian Moreno.

Justo ahora que corre el año 2017, cuando se supone que el documento inicial ya debería reflejar algunos resultados, surgen muchos interrogantes frente a esas dos iniciativas que en teoría estaban cargadas de muy buenas intenciones. ¿Qué ha pasado con esos dos estudios? ¿Desde que se formularon qué tanto se ha hecho hasta la fecha? ¿Han servido de algo o simplemente se quedaron en la formulación de los problemas del Cesar?
Son dos buenos diagnósticos, muy aproximados a la real situación del Departamento, los cuales incluyen las distintas variables que determinan al Cesar.

Ambos procesos fueron orientados por expertos del DNP y avalados por distintos estamentos de la sociedad cesarense, lo cual presagiaba buenos resultados a corto, mediano y largo plazo. No obstante, finalizados los dos gobiernos que impulsaron esos planes, éstos pasaron al olvido.

Al revisar los planes de desarrollo de los gobernantes que reemplazaron tanto a Molina como a Moreno se observa que no tuvieron en cuenta esos documentos, sólo la administración de Francisco Ovalle hace una ligera mención del 2032. Sería bueno aplicar la premisa de Joel Barker que reza: “Una visión sin acción no pasa de ser un sueño. La acción sin visión es un pasatiempo, pero una visión con acción puede cambiar el mundo”.

Preocupa que ese esfuerzo institucional no sea valorado en toda su dimensión, lamentable que aspectos distintos a los verdaderos intereses del departamento se antepongan a la hora de tomar decisiones trascendentales para el desarrollo del Cesar. Inquieta también que el sector privado, la academia, los medios de comunicación, los gremios y la sociedad civil en general no asuman compromisos concretos frente a esa función social de vigilar lo público, aspecto que debe prevalecer por encima de todo.

Estudiosos del asunto, entre ellos el periodista Carlos Alberto Maestre, consideran que a los gobernadores la Constitución Política de 1991 los dejó limitados, debido a que la destinación presupuestal en un alto porcentaje es orientada desde Bogotá.

Independiente de cualquier circunstancia, lo cierto es que en el Cesar estos planes estratégicos han tenido poca continuidad, (por no decir que ninguna), entre tanto en este departamento los índices de pobreza y de NBI siguen por encima de la media nacional, contrastando esto con las metas y objetivos propuestos en dichos documentos.

Señor Gobernador, los 50 años que en ocho meses cumplirá este departamento son un escenario propicio para revisar esos estudios y hacer un ejercicio prospectivo, teniendo en cuenta la ubicación geoestratégica del Cesar frente a Venezuela y a los puertos de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena. Ese replanteamiento debe hacerse desde la sociedad civil, con lupa especial para los sectores agropecuario y minero, sin dejar de lado lo cultural y lo turístico. Ahí están las estrategias para cerrar esa brecha social que habla de 435 mil cesarenses que todavía viven en la pobreza.

Por Oscar Martínez Ortiz

 

 

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