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Parte de victoria

Con seis millones de votos, la victoria de la Alianza para la Reconstrucción de Colombia fue contundente; con 2,5 millones para Senado y más de 2,3 millones para Cámara, fue incuestionable la del Centro Democrático como principal fuerza política del país.

Pero la victoria de Iván Duque como candidato del Centro Democrático, con más de 4 millones de votos, muy por encima de la votación de su partido, no solo es rutilante, sino que lo convierte en un fenómeno político y le abre el camino a la victoria en primera vuelta.

A partir de las consultas, el país no solo se pronunció sobre la orientación ideológica y política de nuestra democracia y de la administración del Estado, sino que encarnó esa decisión en un candidato joven, preparado, desmarcado del debate estéril de izquierdas y derechas, con una campaña alejada del odio y, sobre todo, con un discurso coherente.

Como el mismo anunció, esta es una victoria de la esperanza, que es hija de la fe. Con la recuperación de la legalidad, es decir, del imperio de la ley, el país volverá a creer en sus instituciones: en un Congreso independiente e inmune a la mermelada; en una justicia para todos, cumplida e incorruptible, que garantice que el que la hace la paga; y en un gobierno austero, transparente y respetuosa de la separación de poderes.

Sobre esos cimientos, Iván Duque se comprometió a promover el emprendimiento, dentro de la economía de mercado, la libre empresa, el respeto a la propiedad privada y la inserción del país en una economía globalizada. Duque cree en la creatividad, la tecnología y la innovación, la llamada “economía naranja”, como enormes oportunidades de emprendimiento, y manda también un mensaje positivo al campo, con una política de recuperación alejada de la cartilla fariana de la lucha de clases y la persecución de la producción empresarial.

Para Duque, finalmente, la equidad es su gran objetivo, como resultado de la legalidad y el emprendimiento, pero también como una política expresa para garantizar la misma capacidad de acceso a las oportunidades, a través de propuestas democratizadoras en educación, salud, vivienda y todos los factores que dignifican la vida humana.

Más promesas, dirán los enemigos del optimismo de esta propuesta; pero Iván Duque tiene todo para dar ese viraje hacia la transformación del país. La juventud que nunca descalifica; la preparación que suma, la fuerza de sus convicciones que multiplica, el respaldo de la primera fuerza política con el liderazgo incuestionable de Álvaro Uribe, y sobre todo, el afecto que los colombianos le mostraron en las urnas…, y que ahí sigue. Amanecerá el 27 de mayo y con Iván Duque asistiremos al renacer de la esperanza en un mejor futuro para Colombia.

 

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