El parque de ‘Los varados’, uno de los sitios emblemáticos de Valledupar, ubicado en el sector de la calle 20 entre carreras 7 y 9, se ha convertido casi que en lugar de oferta y demanda, pero no en materia de grandes negocios, sino de trabajo en todos los frentes.
En este particular parque, el que está buscando, encuentra y el que está en espera de lograr que lo contraten en cualquier actividad, está presto para salir a ganarse no solo el día de trabajo, sino hasta por varios días, dependiendo de lo que salga.
Día a día, hombres y mujeres llegan hasta el lugar en busca de cualquier tipo de trabajo, ya sea de cotero para descargar y cargar camiones; para cargar trasteos, acompañar a los conductores a un viaje, o como conductor de los camiones y camionetas que también son ubicadas en los alrededores, a la espera de ser contratados para realizar viajes ya sea local o hacia otra localidad del Cesar o por fuera del departamento.
Por ejemplo, si uno de los camiones que se estacionan en los alrededores del parque es contratado para un viaje a cualquier ciudad de la Región Caribe, o del interior del país, el conductor debe esperar horas y hasta días hasta lograr que regrese con carga hacia Valledupar, para de esa manera poder obtener algunos dividendos, tanto para el dueño del carro, como para el chófer contratado.
Un viaje a la capital del Atlántico incluyendo un trasteo, tiene un valor entre 500 y 700 mil pesos, el conductor gana por porcentaje, que oscila entre el 10 y el 12 por ciento y según ellos, para que recompense un poco, tiene que regresar con otro viaje.
Las personas que EL PILON entrevistó en la mañana de ayer, desconocían la verdadera historia del Parque, que es una pequeña área de cesión de los locales comerciales donde funcionan negocios de venta de repuestos para carros, maquinaria pesada llantas, lujos para vehículos, llanterías y en su entorno varias concesionarias de vehículos, y talleres de mecánica.
Su nombre proviene porque la mayoría de quienes se parquean en el sitio, están desempleados y muchos esperan que lleguen a buscarlos para hacer ‘marañas’. Mientras esperan que la ‘chamba’ les llegue, los desempleados se concentran bajo dos frondosos árboles de caucho que abarcan todo el sector y están rodeados de dos inmensas jardineras, las cuales se encuentran seriamente averiadas por la presión de las abultadas raíces.
Sitio anecdótico, de discusiones y de peleas
Son muchas las historias, las anécdotas, las discusiones, las rencillas que han quedado, las mamaderas de gallo y hasta peleas a puños, patadas, con piedras, botellas, palos y otros elementos contundentes que se han registrado en este lugar en el que se escucha el sonido estruendoso de los Pericos, que se alimentan de las frutas de los palos de Caucho.
El Palacio del Colesterol
Por las noches, el Parque ‘Los Varados’, es muy reconocido por los comensales, especialmente de quienes degustan las vísceras sancochadas y después fritas, porque allí se ubican varios vendedores de esta clase de comida y es conocido como ‘El Palacio del Colesterol’, el cual es un lugar obligado para quienes trasnochan, porque esos negocios están abiertos hasta el amanecer de cada día.
Historia de un Varado
Aunque los interesados en trabajar rehusaron de quedar registrados en fotografías, EL PILON se encontró con una historia simpática de uno de ellos, quien lleva más de 30 años de asistir a diario a ese lugar, para ganarse el sustento de él y su familia, tras cincuenta años de haber llegado a Valledupar procedente del municipio de El Paso, Cesar.
Se trata de Libardo Durán Ojeda, primo de los hermanos acordeoneros, Alejandro Durán Díaz, Primer Rey de la Leyenda Vallenata en 1.968 (fallecido), y de Nafer Durán Díaz, Rey vallenato en el año 1975.
“Yo, antes me dedicaba a la albañilería, pero un trabajo muy pesado y decidí a aprender a manejar carro y me especialicé en conducir camiones; no he tenido la oportunidad de tener un vehículo de este tipo propio, pero me dedico a conducir a los amigos y a quienes me contraten para cualquier ciudad del país, porque tengo los documentos en reglas que requieren para realizar esta clase de actividad. Aquí vengo todos los días y nunca me falta el trabajo, siempre llego a mi casa con dinero para sufragar los gastos con mi mujer y mis hijos. Yo me transporto en una bicicleta hasta aquí y cuando me sale un viaje en la ciudad, la monto en el carro y si es para otra ciudad, antes de salir de Valledupar, la dejo en mi casa, porque ella, es mi fiel compañera”.