Desde hace más de dos años, cuando fueron destruidas las instalaciones donde funcionaba la Zona de Carreteras, he venido preguntándole a mucha gente, miles tal vez, qué creen ellos que debe construirse en ese lote y al unísono, como si lo hubieran acordado me han respondido: Un Parque, así, a secas.
Yo agrego, sí, un parque, de eso no hay la menor duda, pero un parque ecológico y ambiental (pleonástico) que desempeñe la función de unos pulmones purificadores del aire contaminado, pero sembrando más árboles de mango, níspero, mamón, cotoprix, manzanita y marañón, lo más grandes posible y someterlos a un proceso de crecimiento con las técnicas agronómicas modernas; con amplias zonas organizadas y demarcadas para el parqueo de carros, motos y ciclas, cafetería al aire libre y comidas rápidas, pero cero bebidas alcohólicas, venta de periódicos, revistas y libros y lugar exclusivo para deleitarse con lecturas sanas, pero también cero palmeras que no dan sombra ni frutos. No hay necesidad de hacer un derroche de fantasía y dinero, lo importante es que el que vaya a él se sienta cómodo, fresco, descansado y bien protegido de estos soles que día a día queman más.
De verdad señor Gobernador, mi estimado pero lejano amigo Franco Ovalle, usted que es un demócrata raizal, consulte a su pueblo a través de encuestas en la radio, televisión y prensa escrita para ver si lo aquí planteado tiene sustento y arraigo popular y si es así, decídase para que cuando se retire, porque ha cumplido el tiempo de cuatro años, los vallenatos lo recordaremos cada vez que visitemos el ‘Parque de la humildad’, nos tomemos un tinto o un jugo de las frutas que allí se produzcan, leyendo el periódico o una revista amparado por el sombrío y deleitándonos con aire fresco, casi que acondicionado.
Este bello entorno en donde primara un verde esplendoroso y esperanzador, pues será una alfombra de grama, pero natural con un riego técnico instalado, con seguridad se convertirá en un paraíso para los azulejos, canaritos, mochuelos, cucaracheros, uno que otro turpial, toches, perdices y palomitas tapatierra las llamamos en Villanueva y tierrelitas en Plato y lógicamente que las caseras o mensajeras que rápidamente se acostumbran a recibir alimentos y riegan la voz entre ellas mismas y si no que lo digan Jorge González y su bella señora Mónica, quienes comenzaron echándole arroz a dos y hoy ya son cientos las que acuden puntualmente a las 6:00 de la mañana a recibir su ración o Loncho Sánchez y mi comadre Astrid, también joven y bella, Lucho Cabello el de Mirna, lo mismo que las anteriores y el doctor Marcelo Calderón que de su patio ha hecho de la mano de la bella, atenta y bondadosa Laura, un sitio idílico en las mañanas. Esto sin contar con la afluencia de arditas, digo yo, ardillas dicen otros, iguanas y uno que otro conejo pero blanco, porque los criollos de que se van, se van, porque son desagradecidos como los loros, los morrocones y los…. Se me olvidaban los pericos y loros con sus alegres algarabías.
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Y hablando de Mirna, mi vecina de toda la vida, ayer se pegó una matá al salir del moderno Centro Radiológico de Medicina Nuclear, orgullo de los vallenatos, al tropezar con una cadena que impide estacionar vehículos, pero que está casi a borde de tierra y es fácil de meter la pata y romperse los huesos. Yo creo que deberían ser un poco más generosos con los que allí acudimos, alzando o quitando esa cadena para poder estacionar nuestros vehículos cuando vamos a ocupar sus oportunos servicios.