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Paraísos terrenales, debemos cuidarlos

Me llamó mucho la atención ver en este diario un reportaje sobre el ahora famoso Manantial de Cañaverales, un espejo de agua natural cercano a San Juan del Cesar, tierra de mis ancestros paternos y con la cual me unen muchísimos lazos familiares y afectivos.

Tuve conocimiento de este manantial de aguas cristalinas verdeazuladas, gracias a un buen artículo de Oscar Ariza Daza, quien describe detalladamente el sitio, además manifestando lo descuidado que estaba, hoy veo que el manantial está en auge, gracias a que se ha popularizado en las redes sociales, según los videos y fotos que he visto del lugar, es bellísimo y paradisiaco, sus aguas cristalinas de origen subterráneo son puras, y aunque el pozo está ubicado en una propiedad privada, la afluencia de turistas no está prohibida, aunque solo hay acceso a vehículos hasta cierta parte, mototaxistas o lugareños en sus motos transportan a la gente hasta el manantial, además las señoras del pueblo venden almuerzos durante la temporada turística, lo cual demuestra que el sitio está generando ingresos, un motivo más para que los guajiros y especialmente su clase dirigente cuiden el lugar, según tengo entendido el lugar está protegido como reserva forestal, así que Corpoguajira tiene una ardua labor, pues el manantial cada día adquiere más fama y atrae más turistas.

El Cesar y toda nuestra región está rodeada de bellos parajes naturales, pero hasta ahora es que el turismo está despertando, para nadie es un secreto que el conflicto armado fue un gran impedimento para que saliéramos a turistear, pues nuestros paseos podían terminar en un destino totalmente distinto, lo que si debemos es crear una verdadera conciencia ecológica, pues la mayoría de turistas ensucian y contaminan con desechos plásticos y botellas estos verdaderos paraísos terrenales, que sin duda son un regalo de Dios.

No podemos negar que mucha gente que se beneficia del turismo, si se encarga de cuidar estos sitios, pero el gobierno y en especial las corporaciones autónomas en vez de tener tantos funcionarios sentados en escritorios, deberían enviarlos a hacer campañas y establecer controles en los lugares turísticos, durante las temporadas vacacionales y los fines de semana. En mi última visita al balneario El Mojao, noté mucha irresponsabilidad por parte de los visitantes, muchas botellas de vidrio regadas en los alrededores y en la misma orilla del río, lo cual no solo contamina sino que representa un verdadero peligro, incluso para ellos mismos, de la basura que dejan regada ni hablar, no existe la más mínima conciencia ecológica, resulta inconcebible que un lugar que Dios nos regala, que nos brinda esparcimiento, relajamiento, y sobre todo vida, lo estemos destruyendo, se nos olvida que la tierra es nuestra propia casa.

Hace unos años tuve la fortuna de ir a conocer el Ecoparque Los Besotes, cuando apenas era un proyecto, y fui acompañado por su propio gestor: Tomás Darío Gutiérrez, un ecologista insigne, me causó gran admiración ver la gran labor del anfitrión, una reforestación sorprendente, lo cual generó el retorno a su hábitat de especies que estaban casi extintas, pero más me llamó la atención la “rabieta” que le dio a Gutiérrez cuando en una de sus caminatas matutinas, descubrió una basura que había dejado tirada uno de los compañeros de la excursión, un supuesto ecologista que no vio mal arrojar varias bolsas de “mecato”, Tomás ofuscado nos explicó que los residuos que quedan en las bolsa atraen a los animales y muchos de ellos al ingerirlos incluso con todo y bolsa, pueden intoxicarlos y matarlos, además de que ese plástico puede generar incendios.

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Julio_Mario_Celedon: