Escribo columnas de opinión sobre temas de Derecho laboral y seguridad social con un lenguaje claro, breve y sencillo, esto con el fin de hacer comprensible la información en todos los niveles de aprendizaje, es decir, busco llegar a quienes saben mucho, a quienes saben poco y a quienes no tienen ni la menor idea de Derecho.
El lenguaje jurídico es técnico, complejo y especializado. Se debe hablar y escribir adecuadamente, máxime si nos encontramos frente a instancias académicas y profesionales como la elaboración de una tesis a nivel de maestría, la redacción de un artículo científico para una revista indexada, la presentación de nuestros alegatos de conclusión en audiencia ante el juez, entre otros actos jurídicos.
Busco ampliar y difundir temas jurídicos con un lenguaje sencillo, amable y con pedagogía al alcance de todos.
Me molestan de sobremanera esos abogados que se toman estos espacios comunes en un periódico que en su mayoría leen personas que ni son abogados ni tienen formación jurídica, y empiezan con arrogancia a despotricar de todo aquel que no domina el buen uso del lenguaje jurídico y de las herramientas del Derecho.
Esos colegas fastidiosos y molestos vienen a estos medios a llenar líneas enteras de tecnicismos, eufemismos y lenguaje jurídico sobrador como si estuviesen en un escenario profesional especializado. ¡Qué mal hablan y escriben los periodistas! ¡No utilizan el lenguaje jurídico pertinente! ¡No merecen ser opinadores de temas jurídicos porque no se informan adecuadamente!, en fin, llenan sus columnas de toda una sarta de sofismas y falacias que buscan darle una falsa superioridad intelectual al debate y alejar a cualquier ciudadano no formado en temas legales de cualquier discusión jurídica.
Cuando veo a mis colegas abogados con esos comportamientos me provoca decirles que están bajo actitudes equivocadas. Si van a escribir con el objetivo de enrostrarle a los demás su falta de formación jurídica, deberían remitirse a espacios más adecuados y especializados como el periódico Ámbito Jurídico de la editorial Legis; el informativo Asuntos Legales del periódico La República o pueden presentar artículos científicos y ponencias en eventos jurídicos especializados como el extraordinario Congreso anual del Instituto Colombiano de Derecho Procesal (ICDP), donde se reúnen los más destacados procesalistas de las más diversas áreas del Derecho.
Esa falsa superioridad moral e intelectual lo que hace es empobrecer el debate en un espacio donde la mayoría de las personas que leen nuestras columnas de opinión son ciudadanos sin formación jurídica especializada.
Es ridículo pretender, con soberbia y con arrogancia que los periodistas hablen y dominen el lenguaje jurídico sin explicarles con paciencia, amabilidad y sencillez sus errores y la forma adecuada de abordarlos, pues, a fin de cuentas, se enfrentan a una forma de comunicación que les resulta ajena y confusa.
Se enseña con humildad, con respeto y entendiendo que el conocimiento puede estar al alcance de todos, que no es lo mismo presentar argumentos jurídicos del más alto nivel ante un público especializado que escribir una columna en este periódico: ¡hay que aprender a diferenciar los escenarios!
Con sencillez, lenguaje claro y modestia se logran mejores resultados que con el ego, la soberbia y la falsa superioridad que dice: ¡o se forman en lenguaje jurídico especializado o guardan silencio porque no saben de Derecho! Dedicado a aquellos colegas abogados que cargan con actitudes equivocadas en escenarios que no corresponden a la enseñanza profesional del Derecho, más humildad señores.