Lo que haces con la cabeza lo desbaratas con los pies, es el fiel reflejo del día sin Iva que habría de impactar más en forma negativa que positiva, a juzgar de las aglomeraciones en los almacenes de cadena, atraídos por cantos de sirena con el aparente descuento de precios de electrodomésticos y otros artículos.
El gobierno Duque en el Consejo de Ministros que tiene como lema “Prevención y Acción desde la Casa de Nariño, la Casa de Todos”, diariamente hace pedagogía sobre los protocolos de bioseguridad que se deben adoptar en prevención de la covid-19, esto se llama obrar con la cabeza.
Diametralmente opuesto a ese mensaje coherente, se puede catalogar la aplicación de los días sin Iva del pasado 19 de junio y los próximo 3 y 19 de julio, “porque no hay un descuento que valga la vida”, advertencia que hace la alcaldesa de Bogotá, Claudia López; peor si a esto se la suma la psicología inversa del ser humano, inclinarse por lo prohibido. No salga y más ligero sale la gente para que la mate el coronavirus.
‘Pan y Circo’, es una frase acuñada durante los primeros años de la era cristiana con la que ciertos emperadores en forma cínica le obsequiaban al pueblo trigo y entrada para el circo romano, con la solapada intención de mantener a los ciudadanos alejados del mundo político, modalidad que hoy tiene plena vigencia, pues parece que amplios sectores de la población permanecen distraídos de temas medulares, mientras se contentan con algo para comer y se entretienen con espectáculos frívolos que poco o nada benefician a estratos marginales de la sociedad.
El desenfreno popular no se hizo esperar con la ilusión de aprovechar -entre comillas- el primer día sin Iva, con precios que alzaron durante el descuento, pero el argumento empresarial fue que estaban en promoción. La del bobo. La oposición solicita la suspensión del día sin Iva los días 3 y 19 de julio, calificando de irresponsable la medida porque pone en riesgo a miles de colombianos por el contagio o propagación del virus, sin distancia social, sin tapabocas y otras medidas sanitarias que son vulneradas por el desmesurado afán de comprar más barato.
Hay decisiones que se tornan impopulares, así se obre de buena fe, sumada la hipoteca inversa que el Gobierno ha decretado para ayudar a los abuelitos con una especie de pensión o salario mensual hipotecando su casa, lo que para el grueso de la opinión no es más que privilegiar a los bancos que obtendrían el inmueble por los pocos años de vida que le queda al adulto mayor, tema que promociona el ministro de vivienda Jonathan Malagón.