La reciente Asamblea de la ONU, celebrada en Glasgow, Escocia, muy didáctica por cierto, nos dejó enseñanzas sobre el medio ambiente. Todos, sin excepción, debemos aportar un granito de arena para protegerlo porque se acerca, dentro de pocos años, una catástrofe, de no disminuir o detener el calentamiento global producido por las excesivas emisiones de carbono.
Integramos y pertenecemos a este mundo; en nuestras cabezas existen mundos diferentes, pero la realidad es que para vivir nos tocó este planeta, la tierra. Si nos concientizamos adquirimos nuevos compromisos, corrigiendo comportamientos errados que se han vuelto habituales por el modernismo que queremos mantener, como no deforestar y devastar los recursos naturales.
Lo más atractivo y que llamó la atención de los representantes de los países asistentes a esta 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, fue la aparición de un dinosaurio en las mismas instalaciones donde sesionaban; el reptil invitaba a que los gobiernos asuman conductas de protección del medio ambiente.
El referido dinosaurio enfatizó desde la tarima, atril central, que puede existir desarrollo urbanístico asimilando al máximo energías renovables, siempre pensando y buscando un equilibrio ecológico; reciclando, separando residuos que una sociedad desecha y que otra sociedad vive de ellos, no considerándolos basura. En estos momentos debemos utilizar productos biodegradables; hemos vuelto a ver las bolsas de papel en las panaderías y otros negocios, que prácticamente habían desaparecido.
Los asistentes a la conferencia, entre expectación y asombro, escuchaban detalladamente el discurso del figurado anticuario que les cantaba la tabla, así lo pude notar por los medios televisivos, al decirles que ellos habían desaparecido por colisión de meteoritos en la tierra, pero lo que sucedió fue un fenómeno fuera de control de la naturaleza, “aquí lo que ocurre es que, ustedes humanos, están acabando su propia tumba sin contemplaciones, sin pensar que pueden dejar un mejor legado a futuras generaciones”.
No elijamos la autoextinción del planeta, es el único que tenemos: ¿a dónde iríamos? En síntesis, quedó en el pensamiento de los asistentes del Acuerdo de Glasgow, que no vivimos, sobrevivimos y con serias dificultades. Se deben incentivar campañas, no en una región, no en un país o un continente, con obligatoriedad en todos los continentes. Es hora que los humanos nos pongamos serios.La Cumbre de Glasgow, con la participación de 200 países, determinó colaborar en lo máximo al regreso de sus representantes a sus naciones de origen; se reunirán anualmente y no cada cinco años, como sucede actualmente, todo por el bienestar y permanencia de la vida humana, animal y vegetal.