La restricción de conductas o comportamientos humanos, sea cualquiera, aun temporal, siempre será incómoda recibirla, no importa de dónde provenga; a nadie le gusta verse controlado o restringido de la libertad. Hasta el penado, la cuestiona, aun revestida de legalidad.
Pero, esta restricción, llamémosla también domiciliaria, confinamiento preventivo obligatorio por causa de la pandemia, no se está acatando por buena parte de la colectividad y como reacción se observa un exceso de confianza apareciendo en el panorama la indisciplina.
Ciertos individuos no pueden controlar las sensaciones para realizar cierto tipo de conductas, aun exponiendo sus vidas, argumentando que la situación no reviste gravedad. Es claro que esa conducta no solo afectará el bienestar personal, también lo hará con el colectivo. Igual sucede que muchos conociendo el riesgo, en lugar de evitarlo, lo disfrutan, esto es una conducta anormal; sobre la restricción, manifiestan que para ellos es una molestia, sin calcular la tragedia que les rodea y se avecina.
El ‘pendejear’, para utilizar el término expresado por el alcalde de Cartagena, William Dau, aumenta el contagio del virus en la ciudad heroica, al salir a vagar en las noches, argumento valedero. El Decreto Ley 636, incrementó las excepciones, en el momento van 46.
Al violarse la restricción o confinamiento en casa, incumpliendo las excepciones, se da a entender un exceso de confianza; confían en sus propias decisiones y no les interesa las consecuencias, las minimizan; están enfrentando una situación que nunca habían imaginado, debido al relajamiento mental, falta de previsión. La responsabilidad corresponde a todos. Ese exceso de confianza que muestran los jóvenes al argumentar que por su condición se creen inmunes y que eso es para los viejos genera consecuencias lamentables.
Seguridad es tener certeza de algo; la confianza es la esperanza de algo incierto. Otras personas reflejan el exceso de confianza, violando la norma restrictiva, suplantando roles e identidades que no les corresponde, simulando tener autoridad, agravando la conducta.
Se incrementa la indisciplina con el desacato, por comportamientos contrarios a la convivencia y medidas correctivas; no comportarse de acuerdo a lo ordenado en el ejercicio o andamiaje de sus vidas, ya que pondrían en riesgo la vida y la integridad personal y colectiva. El hambre, la falta de alimentos en casa, reflejan indisciplina, desacatando cualquier restricción. De ahí que veamos incrementadas protestas de ciudadanos, cerrando vías, llegando al vandalismo.
Concluyendo, son deberes generales de las autoridades, cumplir y hacer cumplir la Constitución, las leyes, en el momento los decretos leyes, las normas sociales, ordenanzas, acuerdos que se emitan legalmente en materia de la convivencia. Son normas de prevención, para vivir mejor y más.