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Panorama Jurídico | Fin de año: un sentimiento entremezclado de incertidumbre y esperanza

Este año al igual que todos los anteriores se celebran, como es tradicional, las festividades decembrinas y el advenimiento de una anualidad: 2021. Para nadie es un secreto que en éste espacio cronológico se exacerban los ánimos, se desbordan las emociones y se da rienda suelta a sentimientos de pasión, derroche y toda clase de celebración. Como vivo testimonio de ésta ancestral  tradición, se observa desde ya a un voluminoso número de ciudadanos esparcidos por doquier rincón de la extensa jurisdicción de nuestra territorialidad.

Mujeres y hombres de todas las clases, sin distingo social, especialmente a aquellos que tienen el privilegio de estar vinculados laboralmente, hoy invierten en sus hijos las respectivas primas de fin de año. Esta escena de connotada ancestralidad se visibiliza no solo en el tejido de las ciudades de Colombia, sino también en todas las provincias. Allí suele apreciarse, y con mucha algarabía, un enjambre de emocionados compradores recorriendo diferentes almacenes y vitrinas comerciales; se proveen de su respectiva indumentaria para el acostumbrado estreno: zapatos, pantalones, camisas…

Mientras esto ocurre en toda la geografía nacional, es importante aclarar que menos de un 40 % de la población nacional goza de este privilegio y es precisamente la gente asalariada quienes no ocultan alegría y felicidad. El restante 60 % de los colombianos que no tienen ingresos fijos, simplemente viven del rebusque y de la actividad informal; a ellos, la preocupación, el desgano y la tristeza los embarga, la mayoría ya están resignados a no estrenar; se pondrán los mismos zapatos viejos, la descolorida camisa y el demacrado pantalón diluido. Les toca, no tienen ingresos, menos ahorros.

A este incuestionable, real y auténtico episodio se suman los estragos devastadores causados por la pandemia, donde la expansión del letal virus ha dejado infectados y miles de personas muertas. Para los familiares de las víctimas y enfermos, producto de la pandemia, estas festividades se constituyen en una horrible pesadilla: el dolor, la añoranza, nostalgia y el sufrimiento degradan el sentimiento de estas personas.

Podría decirse sin temor a equívocos que estas fiestas para algunos están enmarcadas por un sentimiento impregnado de incertidumbre y esperanza. Incertidumbre que día por día se apodera de los mortales, toda vez, que la anhelada vacuna que permita cortar de raíz este flagelo se prolonga.

Lo terrible y alarmante del caso es que mientras en algunos lugares la curva de afectación asciende, en otros decrece. En virtud de lo anterior, se experimenta un elevado grado de preocupación, especialmente en los entes territoriales apartados de Colombia, cuyos alcaldes han recibido facultades presidenciales para regular y controlar esta pandemia a través de decretos y medidas restrictivas. Bajo estas circunstancias, algunos mandatarios han anunciado cero guachafitas y derroches de fiestas en este fin de año.

En síntesis, con tristeza o alegría, es válido recomendar a quienes compran en esta época cumplir el protocolo. Recordar que la pandemia está  vigente, no nos descuidemos.

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Jairo Franco Salas: