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Panorama jurídico: Aplicarse la vacuna: obligación o deber

En el contexto de esta temática cobra capital importancia el impacto negativo que ha tenido a nivel mundial los conceptos y opiniones sin fundamento, ni soporte real de algunos comentaristas de diversos medios de comunicación social de diferentes países del mundo, cuando afirmaban hasta la saciedad que el virus covid-19 era una estrategia de las grandes potencias para disminuir el elevado censo poblacional de los países tercermundistas, comenzando con los miembros de la tercera edad, especialmente los más pobres. Tal afirmación se cae por su propio peso, pues carece de veracidad y objetividad. 

China registra un abultado y preocupante número de víctimas, enfermos y muertos, sin contar con los que no se dieron a conocer; incluso los Estados Unidos de América encabeza en este continente el más grueso número de muertos, seguido de Brasil. En cuanto al continente europeo, países como Inglaterra, España, Francia, Italia, Alemania, no se quedan atrás. Las consecuencias mortales son cada día más preocupantes e imprevisibles. Luego entonces, no dejarse vacunar bajo el pretexto que las grandes potencias quieren disminuir población, es, a no dudarlo, la más inocente y absurda de las motivaciones.

Bajo esta circunstancia, manifestamos que la pandemia no es cuestión de juego, esta sigue dejando secuelas de muerte y miseria por su paso a nivel mundial; continúa tan campante su marcha. La única forma de detener y enfrentar su mortal acción es la vacuna. En otras palabras, no dejarse vacunar es una forma ineludible de dejarse morir. La vacuna, para mayor información, es supervisada, valorada y avalada por la Organización Mundial de la Salud, OMS, que entre otras cosas es un ente internacional integrado, regulado y direccionado por los más idóneos, eficientes y estructurados profesionales de la salud.

 Hipócrates, padre de la medicina, sostenía que el cuidado y atención al paciente tiene como misión salvar la vida de un ser humano; es decir, el rol del galeno es una labor loable que está por encima de leyes y decretos. Es una misión que trasciende principios, sinónimo de vida. Esto para concluir que ningún representante de la salud, organismo gubernamental o no, tienen en su mente la perversa idea de matar a una persona a través de una vacuna, cuando lo que se persigue es lo contrario.

Las vacunas se aplicarán de acuerdo a ciertas fases, etapas, establecidas previamente por el Gobierno nacional, manejado directamente por el Ministerio de Salud, hasta vacunarse la población colombiana, unos 35 millones. Priorización es la palabra clave, incluida en el plan de vacunación en las personas que tienen más riesgos y de manera equitativa, protegiendo poblaciones vulnerables.

Traigo al momento las dos palabras que están en nuestro escudo nacional: Libertad y Orden. Quien no quiera vacunarse lo manifestará mediante escrito; además, deberá respetarse el orden de la vacunación para que así no aparezcan los colados. 

Se debe motivar con objetividad desde los gremios de la salud acceder a la vacuna luego de una pedagogía de los beneficios que se adquieren y el perjuicio que causaría. No es el momento de ridiculizar con una oposición innecesaria lo que se está haciendo. Finalizando recojo las palabras de Fernando Ruiz, ministro de Salud de Colombia: “La vacunación contra la covid-19 es la última etapa en la batalla”.  La vacuna es una oportunidad de extender la vida.  Es una esperanza.

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Jairo Franco Salas: