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Pañitos de agua tibia

ESTA ESQUINA

Por: Hernán Araujo Ariza

Francisco de Paula Santander dijo hace 189 años –y de manera muy acertada- lo siguiente: “Colombianos: las armas os han dado la independencia, pero solo las leyes os darán la libertad”. Sabia reflexión que suponía la entrada en desuso de las armas, a cambio de los códigos. Sin embargo, ni los colombianos dejaron de usar las armas para sus luchas siguientes y – por otro lado-, con las leyes se les fue un poco la mano.
No es necesario ser abogado para saber que en Colombia nos hemos ido acostumbrando a formular leyes para todo. Sin importar que nunca se cumplan, o que su cumplimiento derive en la ilógica. Eso si, ninguna se escapa al ingenio para encontrarle la trampa.
En estos momentos, hay tres propuestas de reforma que surten trámite en el congreso. Vendidas ante nosotros como la panacea, pero que no son más que la pantomima para mostrar falsa preocupación proponiendo quimeras, cual soluciones.
Es el caso del rimbombante “Estatuto anticorrupción”, que presentó Juan Manuel Santos al congreso. En este ‘ensueño’ de proyecto de ley, proponen una prohibición para que quienes financian campañas electorales, no se puedan beneficiar con contratos públicos. Eso aplica muy bien para los grandes grupos empresariales del país, pues se supone que ellos son transparentes y reportan sus aportes a las campañas (vaya uno a saber).
Pero si nos internamos en la realidad regional, no parece sino un chiste. O ¿es que acaso no se ha visto nunca que los aportes se hacen en especie; a través de terceros; o de frente y no se reportan a las cuentas legales de la campaña?
Entonces, ¿para qué señalarle al aportante – que aparece en la contabilidad- que no puede obtener contratos públicos a su nombre o el de su empresa? Si es que para eso mismo se inventaron las cuotas burocráticas en cabeza ajena; que hacen los negocios y parten el ‘marrano’ con su mentor. O ¿es que tampoco existen  los contratos ejecutados por terceros, que fungen como simples empleados? ¿O es que tampoco ha servido Emdupar como caja menor del alcalde de turno para pagar favores y manetener aceitadita la coalición en el Concejo?
Por otro lado Simón Gaviria -con las ínfulas por ser hijo de expresidente- ha posado como el redentor al plantear la reglamentación del ‘lobby’ o cabildeo. Propone para esto: la inclusión en lista de registro de las personas a desempeñar esa función; los objetivos a defender en sus gestiones; y el presupuesto dedicado para la tarea de convencer a los congresistas o funcionarios. Como si fuera necesario ir hasta el Congreso para hablarle al oído a los senadores y representantes para que votaran a favor de un interés particular. ¿Fue que acaso se acabaron los restaurantes y bares finos en Bogotá para gestionar esos apoyos? O ¿es que a Simoncito se le olvidó que con detalles a domicilio y reuniones en apartamentos también se puede hacer lobby?
Por último, está la perlita que tiró Armando Benedetti, en su justificado afán por mostrar algo en su gestión como presidente del Senado. Propuso copiar el sistema implantado en otros países, donde se exige publicar el listado con los bienes a nombre de las personas que van a ejercer cargos públicos. Eso aquí, simplemente hubiera forzado a algunos concejales -por ejemplo- a correr a buscar terceros para endosarles el regalito que recibieron en el restaurante “La Leyenda”. Regalito que a la larga alcanzó para que varios cambiaran de carro, otros compraran cuatrimotos y algunos hasta fincas.
Se estima que son cuatro billones que se están perdiendo anualmente por cuenta de la corrupción, pero con estas propuestas nada logramos para que la cifra disminuya. Más bien ayudamos a perfeccionar la técnica, pues no pasan de ser pañitos de agua tibia.
MI ÚLTIMA PALABRA:
Secundo la denuncia de Luis Augusto González, me parece inaudito que lleven tanto tiempo sin reparar las luminarias de la vía que conduce al puente Hurtado. Lo que me llama la atención no es que Alumbrado Público no lo haya hecho, pues el esquema de concesiones les permite funcionar de forma negligente; lo que llama la atención es que el alcalde no les exija reparar ese daño tan insignificante. ¿Tendrá que haber un muerto o una violación en la zona para que actúen?
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