Sentado mirando a lo lejos, tal vez, recordaba un pasado que permanece presente en su memoria, unas experiencias que quizás pocos resultados le dieron al hoy encontrarse prácticamente solo.
Al escuchar un buenas tardes se levantó pausadamente de la silla plástica de color verde oscuro, en la que se encontraba posiblemente desde hace varias horas, esperando a que alguien le diera motivos para hacerlo y así poder salir de esa terrible soledad que lo acompañaba.
Él, Marco Antonio Rujeles, de cabellos blancos, entradas pronunciadas, arrugas marcadas por el tiempo, vigilaba la puerta mientras los otro 49 ancianos de la Casa del Abuelo de Valledupar oraban en la capilla, antes de proceder a la última comida del día que acostumbran a ingerir a las 5:20 de la tarde para despedir el día y descansar.
En tres pasos se acercó a la puerta y oprimió el interruptor que le permitía al visitante ingresar.
Al entrar, extendió su mano cansada, poco móvil, pero así pudo saludar con entusiasmo. De inmediato se sentó. Luego de un permiso de las hermanas encargadas de su cuidado, se puso a conversar.
Detrás de sus lentes, con un aumento notable, sus parpados caídos y frondosas cejas, se notaba una mirada agotada y triste, la razón no sólo provenía de sus 79 años de existencia, sino tal vez de la falta de afecto de sus cinco hijos, aquellos que un día se fueron de su lado refugiándose con su madre luego que hubo separación de la pareja matrimonial.
Este tolimense, quien lleva dos años en el ancianato, llegó a Valledupar en 1950, en la bonanza del algodón y contó a EL PILÓN lo andariego que fue, pero nunca desamparó a sus hijos, por lo que quisiera devolver el tiempo para abrazar a esos pequeños que, tal vez, ni siquiera recuerden llamarlo para desearle un feliz Día del Padre.
“Aquí estoy bien gracias a Dios… no me hace falta nada, pero hay veces que me acompaña en remordimiento de saber de lo tanto que uno se sacrificó y tan bueno que fui como padre, y ni siquiera se acuerdan de uno” especificó Rujeles.
Su tristeza es tanta que al final de la conversación confesó “me deprimo tanto que hay ocasiones que quisiera quitarme el poquito de vida que me queda”.
Un padre que nunca conoció a su hijo
La triste historia de Marco Antonio Rujeles también pone a pensar a Milciades Cano Moreno, quien lleva más de 30 años viviendo en ancianatos de dos ciudades distintas del país (Bogotá y Valledupar). A sus 88 años poco puede escuchar, pero pese a ello sus respuesta es pausada.
Su hablar cansado y profundo demuestra una vida llena de historia, en la que su único protagonista es desconocido; su hijo. Un retoño que nació del amor con una dama con la que convivió poco tiempo.
Alexander Cano, es el nombre de aquel pequeño que ni su rostro recuerda, porque su madre se lo llevó a otra ciudad o pueblo y desconoce si vive o no, pensamiento que quizá será mutuo.
Este hombre, natal de Boyacá, cree que nunca hubiese sido un mal padre, pero la madre del aquel pequeño no se lo permitió, al llevárselo y negarle su derecho.
“Existen muchas ocasiones en que sueño con mi hijo, por eso y muchas más razones me gustaría volverlo a ver” concluyó de forma pausada.
Un padre ejemplar
Gilberto Pacheco es el más activo, alegre, entusiasta. Pese a sus dolencias de cuerpo y la enfermedad de la columna que se convirtió en su amiga más íntima, se transporta con un elemento que le sirve de silla y de coche. Para él es su carro último modelo, importado de Estados Unidos y sin comparación alguna.
A diferencia de la tristeza de los demás ancianos que conviven con él en la casa de los abuelos, se le nota un gozo que llega a contagiar a otros. Su respuesta al preguntarle por esa alegría fue “se debe a la comida que me como, estoy enfermo y viejo, pero tengo fortaleza”.
Además de la alimentación, también influye en esa energía que aún no se agota, sus hijos, dos seres que fueron criados por este hombre nacido en Arenal, Bolívar, a quien según él, Dios le regaló el don de ser padre y madre a la vez y pese a ser campesino nunca le faltó para darle de comer y beber a sus retoños.
“La mamá cogió ruta, hace 30 años se fue. Mis hijos quedaron muy pequeños” especificó.
De igual modo, indicó que muy a diferencia de lo que otros podrían pensar, a él nadie lo dejó sólo, él tomó la iniciativa de irse para la casa del abuelo en Valledupar porque consideraba que sus hijos; trabajadores y con familia “necesitaban espacio y tiempo para sus propias vidas”.
“Yo quedé sólo en Chimichagua, enfermo, operado de la próstata y una religiosa me ayudó a venirme y me acomodé aquí, me gustó mucho… yo llamé a mis hijos y le dije que me quedaría y el mayor me contestó que si yo pensaba que ellos no me podían mantener, pero les recalqué que solo quería estar aquí, lo comprendieron y a cada momento se comunican conmigo y me envían lo que necesite” dijo el querido hombre.
Aclaró que lleva 10 años siendo parte de esta linda familia, y allí se quiere quedar.
El Día del Padre
Con el fin de honrar a los padres y la influencia de los hombres en la vida de los hijos, se creó el Día del Padre: una fecha conmemorativa, que varía de acuerdo al país. En Colombia se acostumbra a celebrar el tercer domingo del mes de junio, sin embargo y para que no coincidiera con las elecciones presidenciales, la celebración se aplazó para hoy.
Responsabilidad Parental
Según la Psicóloga Minileth Duarte, muchos padres creen que la Paternidad Responsable es sólo el brindarle a sus hijos el alimento, la vestimenta, educación y salud; situaciones que, obviamente, son necesarias en la vida de los seres humanos, sin embargo, la parte afectiva es quizás el aspecto más importante en el crecimiento de los pequeños.
“En el país son muchos los casos que se registran de irresponsabilidad por parte de padres, más aún en esta época donde los padres son jóvenes desorientados, llenos de dudas y temores” especificó.
Con respecto a ello, el 18 de marzo de 2010, el Ministerio de la Protección Social decretó la Ley de la Responsabilidad Paterna, aquella que obliga a los padres de familia a asistir y a proteger al menor de edad para garantizar su desarrollo armónico e integral.
El Decreto 860 2010 establece que la Ley 1098 de 2006, Código de la Infancia y Adolescencia, define la responsabilidad parental como un complemento de la patria potestad con las obligaciones inherentes de orientarlos, cuidarlos, acompañarlos y de criarlos durante su proceso de información.
De igual modo, aclara que el incumplimiento de las obligaciones por parte de los padres o de las personas responsables de un menor de 14 años dará lugar a un Defensor de Familia de imponer medida de amonestación.
Sin embargo, este derecho es vulnerado en Colombia, donde muchos padres dejan a un lado su responsabilidad y abandonan a sus hijos. Debido a ello, en julio de 2011, la extinta senadora del Partido Verde, Gilma Jiménez, propuso un proyecto de ley para sancionar a los padres irresponsables.
Dicha norma se refería a un código que permitiría sancionar legal y económicamente a un padre o madre que incumpliera con sus obligaciones para con sus hijos: tales cuando un hombre se niega a reconocer a su hijo, no le brinda la alimentación necesaria, pero, según su testimonio entregado a EL PILÓN el día 14 de marzo de 2013, éste fue hundido por el Congreso.
No obstante, Jiménez aclaró en esa ocasión, que la Ley estaba siendo analizada en Estados Unidos e indicó que la Corte Interamericana de los Derechos Humanos instauró una denuncia contra unas instituciones del Estado colombiano que en forma abusiva impidió ese derecho de participación.
Pero después de su muerte (29 de junio de 2014), poco o nada se ha sabido de esta norma.
La paternidad en el Cesar
Según miembros del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en el departamento del Cesar la paternidad irresponsable es una problemática que incrementa con el pasar de los años, convirtiéndose el tema de la alimentación en el principal motivo de demandas o consultas en las sedes de la entidad defensora de los derechos de los niños, niñas y jóvenes del país.
En un informe publicado por El Pilón en el año 2011, Darío Arregoces Baute, Defensor de Familia del ICBF en Valledupar, indicó que la responsabilidad que los padres asumen en este momento deja mucho que desear.
Puesto que en el 2011 se habían registrado en su defensoría, alrededor de 122 casos de alimentación, de los cuáles se logró conciliar el 45%, mientras que el porcentaje restante era afectado por la falta de presencia de los padres al momento de las audiencias.
Sin embargo, en la actualidad no sólo son los padres los que incurren en la falta de responsabilidad de los menores, las madres también se están sumando a este fenómeno que deja en riesgo la integridad de los hijos, tanto así que, desafortunadamente, en las calles EL PILÓN ha encontrado menores que han mencionado que sus padres están en casa mientras ellos piden en las calles para la alimentación de la casa.
Y es que estos casos se pueden observar en algunos puntos de la ciudad, donde miembros de una comunidad indígena dejan que los pequeños se expongan en las calles pidiendo una moneda mientras que los adultos tejen o realizan otro tipo de actividades, tal como se observa casi que a diario en la carrera 7 con 15.
Los padres
Puntos de vista:
Hermes Antonio Carvajal
“El Día del Padre es una época especial, pero cabe recordar que la sociedad casi no la tiene en cuenta, tal como lo hacen con el Día de la Madre”
Basilio Armenta
“Muchas personas se olvidan de este día, los hijos en ocasiones somos ingratos y dejamos a un lado a aquellas personas que lucharon por uno”
Por Merlin Duarte García/El Pilón
merlin.duarte@elpilon.com.co