Un pacto es la confluencia de consensos, propósitos y objetivos comunes mínimos sobre el futuro con compromisos de cumplimiento entre los signatarios, los pactos hay que honrarlos. La expresión “los pactos son para cumplirlos” es una sentencia prevalente del derecho romano.
El Pacto Histórico, que no es un partido, propuesto por Gustavo Petro a diferentes vertientes del pensamiento colombiano acerca de cómo se deben mirar y solucionar los problemas insolutos infinitos del país, es la intersección de esas miradas y cubre temas básicos o fundamentales como prefería llamarles Álvaro Gómez H; es una propuesta conceptual extraída de los clásicos del progresismo liberal por donde transitó Keynes y hoy replica José Stiglitz, Nobel de economía, en contra de lo que pensaban Malthus, Reagan y todo el acervo neoliberal.
El P.H. no se nutre en las teorías de Marx como algunos han dicho con una estrategia macartista. Este tipo de pactos es inédito en el país, siempre han sido electorales en los cuales lo prioritario no es una consigna por la Nación sino una lucha de caníbales dentro de una misma lista en la cual se impone el de mayores aportes, muchas veces con dineros mafiosos.
Además, en la lista cerrada se vota por un proyecto, no por un individuo y por ser cremallera se empodera a la mujer. Gómez Hurtado no definió qué era lo fundamental pero Petro viene desglosando este concepto general. A nadie afecta que se hable del cambio climático, que se fomente la producción nacional, en especial la agropecuaria para garantizar la seguridad alimentaria y reactivar el empleo, que se busque mayor eficiencia y eficacia en los sistemas de salud y educación, que se incrementen las actividades de ciencia y tecnología, que la tierra fértil cumpla su función social, que el país debe ponerse a tono con la tendencia mundial de producir energías limpias; que los organismos de control reciban una reingeniería, que el Congreso de la República y todas las ramas del poder público mejoren sus índices de transparencia y que la mujer iguale su participación a la del hombre en las decisiones nacionales.
Un punto en el cual hay muchos intereses privados es en los TLC, canales de importación con pingues ganancias para pocos pero muy poderosos, a expensas del quiebre de la producción nacional y del empleo. Este punto crucial, también es parte del P.H. que brindaría nuevas oportunidades para exportar productos nacionales y generar divisas; aquí también se puede converger. La expropiación no está en la cartilla del P.H., no obstante que nuestra constitución la incluya por interés público.
Es un mensaje distorsionado vendido al elector incauto, ante el desgaste del maniqueísta concepto del “castrochavismo” que ya nadie cree. Lo que hay es miedo al cambio, que es el motor de la vida. El Pacto Histórico es un proyecto de vida, paz y nación, es el centro de gravedad de un viejo clamor de cambio y esperanza; es un frente civil contra las malas prácticas electorales, políticas y de gobierno; es la punta de lanza contra las mafias incrustadas en la administración pública y en la contratación. Esto no tiene espera.
El domingo 06/03/2022 estará Gustavo Petro en Valledupar en el parque de La Nevada, a partir de la 9:00 a.m., cerrando la primera vuelta de la campaña presidencial como lo son las elecciones a Congreso. El cambio se produce en las urnas; el día de las elecciones hay que pedir tres tarjetones: el de la consulta donde Gustavo Petro está en la parte superior izquierda y se debe marcar, los de Cámara y Senado en los cuales solo se debe rayar Pacto Histórico.
Digamos sí a la vida, a la paz y al desarrollo. Digamos no al genocidio, al sistema mafioso y a la inseguridad.
Por Luis Napoleón de Armas P