Si se tuviera que definir a Ovidio Palmera Baquero, a partir de las distintas opiniones que se expresan de lo que fue su ejercicio laboral, se diría que fue un profesional que ejerció a partir de los mandamientos del abogado. Y es que de los diez mandamientos del abogado que dicen: estudia, piensa, trabaja, lucha, se leal, tolera, ten paciencia, ten fe, olvida y ama a tu profesión, al doctor Ovidio Palmera, lo describen la mayoría de ellos.
Sin lugar a dudas fue un referente del derecho civil y del procedimiento civil en nuestra región; su formación evidenciaba su condición de abogado de la Universidad Nacional de Colombia, la mejor del país, de donde se graduó el 17 de noviembre de 1930, siendo rector Eduardo Restrepo Sáenz, y ministro de Educación Nacional, Abel Carbonell, como consta en su diploma de grado. Eran los tiempos del inicio del gobierno del presidente Enrique Olaya Herrera.
Lo suyo no fue estar en función de los cargos públicos, aunque en sus inicios profesionales ocupó algunos en Bogotá, esa no fue su razón de ser; tampoco el ejercicio de la política, donde tuvo leves acercamiento también en sus inicios. Lo de admirar de Ovidio Palmera no era nada distinto a la cotidianidad disciplinada y con conocimiento de su ejercicio laboral, es decir, saber atender a sus clientes en temas relacionados con el derecho civil (Personas, bienes y sucesiones) y temáticas afines.
Aunque hizo vida laboral como abogado en Barranquilla y Santa Marta, en el año de 1952 llega a Valledupar su tierra natal e instala su oficina de abogado en la calle 15 No 5 – 26 (Plaza Alfonso Lopéz) la cual mantiene en ese lugar por más de 25 años, reubicandola posteriormente en la calle 15 No 4 – 33 (Edificio de la Cámara de Comercio de Valledupar) donde recibió a sus clientes hasta el año de 1994.
Como lo reconoció la Asamblea Departamental del Cesar el 14 de noviembre de 1980, con ocasión de los 50 años de ejercicio profesional del doctor Ovidio Palmera, fue “un consagrado profesional del derecho”.
Un abogado que como lo establecen los mandamientos de esa profesión, entendió que “el derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando”, un abogado que no era partidario de los homenajes y mucho menos del protagonismo. Un abogado, leal para con sus clientes.
Como lo describió un abogado cercano a él, Ovidio Palmera fue “una persona honesta, leal y perfeccionista. Daba el mejor consejo u orientación y explicación a sus clientes; era una persona reservada que nunca hablaba de los procesos o asesorías que adelantaba a sus clientes. Era respetado por todos, no comulgaba con la deshonestidad”.
Aunque muchos abogados que ejercen su profesión en nuestra región recuerdan continuamente a Ovidio Palmera y lo destacan como por sus conocimientos del derecho privado, seguramente las nuevas generaciones de abogados de esta parte del país no tienen presente quien fue; hace bien recordarlo, en especial como un referente de la abogacía, que quiso ser médico y terminó siendo un excelente abogado. Un abogado en mayúsculas.
Por: José Antonio Soto Murgas