Algunos advierten no solamente bien escrita, sino excelente la opinión de Juan Manuel López en la columna de opinión ‘Un gobierno de izquierda no es una dictadura comunista’, donde evidentemente toma partida señalando que contra el gobierno del presidente Petro hay una oposición hirsuta de todos contra él.
Y en esta reflexión deambulan sus comentarios: “Aprovechando la ignorancia, la ingenuidad o a veces la falta de criterio de la gente, pero malintencionadamente, perversa y en forma maliciosa, existen personas o sectores que propician la confusión”.
Idéntica meditación olvida haberse hecho en el gobierno del expresidente Duque, por ejemplo, cuando la oposición hirsuta de izquierda (radical y progresista) con lenguaje, acciones protervas y deletéreas propició la confusión alrededor del proyecto de reforma tributaria, que al final se develó con el malísimamente denominado “estallido social”, que no fue más que un estallido de la izquierda para generar el caos. Y lo lograron.
No solo el “castrochavismo” sino el “fascismo” evita “el debate sobre la orientación que deben tener las reformas que se proponen”, tanto los adláteres “mamertos” como los “fachos” en montoneras. Así se ha venido haciendo por la izquierda, en todos los tiempos, utilizando “todas las formas de lucha” y en la hora de ahora con las cloacas de las redes sociales, fake news, reenvíos, bodegas. Igualmente, la derecha maniquea.
Se acude a los escándalos como el del personaje de Casanare, que no “tuvo contacto con los cuadros oficiales responsables” para procurar contaminar la campaña del presidente Petro. Igual y exactamente se pretendió y aún se pretende que el ‘Ñeñe’ Hernández haya sido narcotraficante o que recogió dineros para aportar a la campaña del expresidente Duque, cuando ni siquiera estuvo asomado por los cuadros directivos de la campaña de ese entonces.
Se propone un buen ejemplo en el caso de Nicolás Petro, que no hay prueba que los “dineros del ‘Turco’ Hisaca o que los del ‘Hombre Marlboro’ sean del narcotráfico”, como tampoco los del ‘Ñeñe’ Hernández, lo hayan sido. Lo anterior sin perjuicio de que no el ‘Turco’ Hisaca, sino su hijo David, o el hombre Marlboro, tengan que responder por el delito de omisión de información del aportante previsto en el Código Penal (art. 396C).
Igualmente, en la columna que viene aludida se hace un ejercicio intuitivo de “intención deliberada” esto es, que Nicolás Petro y su exesposa Daysuris, se hayan quedado con buena parte de los dineros aportados, entre otros, por aquellas personas, como ocurrió en el caso del expresidente Samper, en el que, entre otros Botero, se quedó con los dineros aportados por los narcotraficantes de Cali, los hermanos Rodríguez. Todo lo anterior con el propósito de alegar una falta de legitimidad en la elección.
Hemos indicado que quien esto escribe es de origen godo, no obstante, apoyamos la paz de Santos y votamos por el presidente Petro como opción válida de gobierno, pero así como estamos persuadidos de que nada tuvo que ver con los dineros recaudados por fuera de la contabilidad de su campaña, porque no se le da crédito a los dichos del inefable Benedetti, ni al ingenuo de su hijo Nicolás, insistimos que tiene una excelente oportunidad para ser un presidente que trascienda en la historia de la patria, si abandona a tiempo su inútil pendencia y su gobierno por la red social X (antiguo Twitter).
Ya tiene y tendrá mejores recursos para inversión social y paliar en algo la iniquidad social, pero al presidente Petro le corresponde con consenso nacional, alcanzar que sus ambiciosos proyectos se vayan concretando, paso a paso, y no de una vez por toda, propuestas que requieren mucho debate y asimilación.
Y no se pueden mezclar unos con otros, porque se distorsionan los mensajes a una sociedad multiforme y polarizada como la nuestra. Estamos de acuerdo, por ejemplo, con una bien concebida Ley de Punto Final para todos los actores delincuenciales y con la consolidación de la Paz Total, pero no se puede andar, al mismo tiempo, con los otros proyectos, porque los hacen fracasar a todos. Es un bodrio.
Por Hugo Mendoza Guerra.