Por Luis Napoleón de Armas P.
Ideológicamente, Colombia ha sido un país de amorfos; el dejar hacer, el dejar pasar, la indiferencia, la apatía, la insolidaridad, el arribismo individual y el desprecio por el acontecer histórico, han alimentado los principios de los ciudadanos; para mantener este letargo mental y autista a grandes sectores sociales, sin capacidad contestataria y por largo tiempo, se necesitan mecanismos subliminales de opresión que solo con una ideología de extrema izquierda o de derecha se puede lograr.
Los fenómenos sociales y económicos no se pueden separar de una inducción ideológica. En nuestro caso, como nunca hemos tenido gobiernos de izquierda, el sojuzgamiento lo ha ejercido la derecha bajo el difuso ropaje liberal-conservador, caracterizado por los verbos y actitudes arriba enunciados. Pero va tanto el cántaro al agua, hasta que se rompe.
La destitución e inhabilidad de Petro va a alinderar y definir las tendencias ideológicas futuras: de un lado, todos los expoliados e indignados, y del otro, los pechugones, y esto es lo positivo de este trascendental hecho. Todo el mundo tendrá que salir del cómodo closet ideológico, un burladero social que no compromete, para identificarse con una de las dos causas que comienzan a perfilarse, la derecha y la izquierda; la primera está montada sobre el oscurantismo medioeval de Ordoñez y Uribe, que operan como francotiradores de una democracia frágil y feudal.
La segunda sobre el Estado Social de Derecho que nos trazó la CPC, 1991, en las manos de Petro y Navarro. No hay más alternativas; los otros partidos, con nombres variopintos y muy bajitos en principios, tendrán que abordar alguno de estos dos tranvías. La esencia de la izquierda como opción de gobierno es concentrarse en la función social del Estado, dejándole el desarrollo de la economía a los privados. ¿Por qué temer? Nunca antes, una tercería fue tan evidente y conveniente; en las ciencias sociales como en las fácticas, el error y el ensayo hacen parte de la metodología para el avance.
Las recetas de derecha que una élite nos ha practicado durante 200 años, no han dado los resultados deseados para las mayorías, así que, muchos teoremas económicos-sociales deberán reformularse. Por supuesto, la resistencia de poderosos grupos, dueños de privilegios, será a muerte; harán lo que puedan dentro y fuera del ordenamiento jurídico; ya lo han hecho y lo seguirán haciendo; el no a la restitución de víctimas y cortarle las alas a Petro es una muestra; el para-estado tiene vigencia y sus mentores están vivos.
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