“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar” (San Lucas 18,1)
Esta es una de las ocasiones en que la introducción revela la intencionalidad de Jesús. Es la historia de una viuda en litigio ante un juez injusto. Para entender las parábolas de Jesús y discernir cuál es su mensaje para la actualidad, debemos seguir pasos básicos que servirán para realizar un estudio mucho más detallado.
La falta de perseverancia en la oración es uno de los problemas más comunes que enfrentamos en la vida espiritual. Esto es particularmente cierto en estos tiempos de “microondas” en los cuales estamos acostumbrados a la gratificación instantánea de nuestros deseos. ¿Es posible que muchas de las cosas que podrían estar aconteciendo estén demoradas por falta de oración? Aunque nos proponemos una y otra vez buscar mayor crecimiento en esta disciplina, pareciera que se requiere un esfuerzo extraordinario para avanzar en esta dirección.
Contextualicemos juntos, esta parábola que contó Jesús y que puede ayudarnos a no desmayar en la oración: En primer lugar, es importante que creamos en la validez de nuestra petición. La viuda de la historia tenía una convicción inamovible de que su causa era justa y que por eso debía insistir en buscar una solución. Sospecho que, en esto, muchos de nosotros no creemos demasiado. Pedimos una o dos veces lo que deseamos de Dios, pero, frente a la falta de resultados, abandonamos rápidamente el pedido que, apenas hace pocos días, creímos indispensable para nuestras vidas.
Además, también debemos tener convicción de que la respuesta va a venir. Aunque pueda haber, a nuestro entender, una demora en el tiempo de la respuesta. La viuda no se daba por vencida porque creía que realmente iba a obtener una respuesta a la situación que estaba exponiendo ante el juez injusto. Por un tiempo tuvo que vivir con la indiferencia de este hombre, pero lo terminó agotando con su continuo pedido.
La idea central de la parábola radica en que, ante una comunidad abrumada por el sufrimiento, Lucas nos presenta a un Dios que relata historias, veedor de viudas y hacedor de justicia para invitarnos a perseverar en la oración. Aunque Cristo señaló que nuestro Padre Celestial no se parece de ningún modo al juez injusto, debemos de todas maneras, superar el obstáculo del aparente silencio de Dios. Es la firme convicción de la bondad de Dios y su deseo de bendecir a sus hijos, lo que nos puede sostener cuando la respuesta aún no haya llegado.
Es evidente, entonces, que debemos superar las peticiones tibias y esporádicas que muchas veces, casi sin ganas, elevamos al Señor. Y esto no necesariamente significa que tenemos que esperar tiempos indefinidos para obtener una respuesta. Las esperas largas no necesariamente obedecen a oraciones persistentes. Mucho más importante es la intensidad de nuestras oraciones. Cuando oramos con un sentimiento de humildad, siendo conscientes de nuestra profunda dependencia de Dios, podemos entrar en la dimensión de las oraciones perseverantes.
Querido amigo: ¿qué cosas te llevan a desistir de seguir orando por algo? ¿Qué te impide mantener firme tu petición? ¡Mantente alerta, perseverando en la oración! ¡No claudiques ni te rindas, Dios oye y responde! ¡Persevera!
Te mando un fuerte abrazo…
POR: VALERIO MEJÍA.