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Oppenheimer

La bomba atómica lanzada sobre Hiroshima había pulverizado la vida y cambiado el mundo, y J. Robert Oppenheimer lo celebró juntando las manos como un boxeador profesional, sumergido en los estruendosos aplausos de la multitud en Los Álamos, Nuevo México. 

Fue un momento emocionante para Oppenheimer, quien le dijo a la multitud en agosto de 1945 en el lugar donde se diseñaron y construyeron las bombas lo único que lamentaba: no que habían muerto miles de personas, sino que “no habíamos desarrollado la bomba a tiempo”. para usarlo contra los alemanes” a principios de la Segunda Guerra Mundial.

Pero la sensación de triunfo de Oppenheimer se evaporó en los meses posteriores a la destrucción de Nagasaki, provocada por otra bomba atómica tres días después de Hiroshima, que el científico consideró innecesaria e injustificada. Su repugnancia era tan evidente en su rostro que el presidente Harry S. Truman le preguntó qué le pasaba cuando se encontraron en la Casa Blanca por primera vez en octubre de 1945.

“Señor presidente, siento que tengo sangre en las manos”, le dijo Oppenheimer a Truman, según “American Prometheus”, la biografía de Oppenheimer de 2005 de los autores Kai Bird y Martin J. Sherwin. Aunque Truman le aseguró a Oppenheimer que no debería cargar con la carga de las bombas: “Le dije que tenía sangre en las manos, que me dejara preocuparme por eso”, el presidente se enfureció en privado por lo que describió a Oppenheimer como un “científico llorón”, según la biografía del autor Ray Monk de 2012, “Robert Oppenheimer: A Life Inside the Center”.

“Sangre en sus manos, maldita sea, no tiene ni la mitad de sangre en sus manos que yo”, dijo Truman. “Simplemente no andes quejándote por eso”. Truman le dijo más tarde a Dean Acheson, su secretario de Estado: “No quiero volver a ver a ese hijo de puta en esta oficina nunca más”. Fue esa la única vez que los dos se encontrarían, Oppenheimer creía que había perdido quizás su única oportunidad de evitar una posible carrera armamentista nuclear que podría matar a cientos de millones de personas.

Casi 80 años después de la detonación de las armas nucleares en Japón, la vida y el legado del hombre conocido como “el padre de la bomba atómica” se está reexaminando gracias a la nueva película de Christopher Nolan, “Oppenheimer”. La película basada en la biografía ganadora del premio Pulitzer de Bird y Sherwin, ha sido aclamada por la crítica como una “obra maestra de gran tamaño”. Ver “Oppenheimer” es un viaje por la historia para encontrarse con el primer adelanto del reloj del fin del mundo.

El interés en torno a Oppenheimer, quien murió en 1967, alcanzó un punto álgido en el período previo a la película. Algunos historiadores dicen que la guerra entre Rusia y Ucrania, y las repetidas amenazas de Rusia de que podría usar armas nucleares, hacen que la perspectiva de Oppenheimer sobre ese armamento sea tan relevante hoy como lo fue hace décadas.

La película está generando un gran interés porque Oppenheimer ahora es, de alguna manera, una figura de nuestro tiempo, debido a su papel central en la bomba atómica y los argumentos sobre la bomba atómica en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, ha revivido el interés en él como alguien que simboliza un tema que todavía nos ocupa.

Por Luis Elquis Díaz 

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