El oportunismo político es una enfermedad que aqueja a muchos, y parece no tener cura. En un país como el nuestro, donde la corrupción y la falta de compromiso han sido el pan de cada día, resulta francamente inaudito que algunos opinadores aprovechen su posicionamiento para criticar las propuestas que el presidente Gustavo Petro le hizo al departamento de La Guajira, porque se trata de críticos oportunistas que, en su momento, ocuparon cargos públicos y no hicieron lo necesario por mejorar las condiciones de vida en esta región olvidada.
Así por ejemplo, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, que también se desempeñó como ministro en diferentes oportunidades, no se le vio gestionando lo necesario para poner en funcionamiento la represa del río Ranchería, vital para el desarrollo de La Guajira. Además, como consecuencia de que anularan la elección de Nemesio Roys, no hizo nada para que su partido Cambio Radical incluyera un candidato idóneo en la terna para designar al gobernador encargado, y en lugar de defender los intereses del departamento más bien se plegó a los partidos corruptos que han saqueado a La Guajira durante décadas.
El exministro y exfiscal Néstor Humberto Martínez Neira también tuvo la oportunidad de controlar la corrupción en La Guajira, donde las fiscalías han mantenido procesos engavetados durante más de 15 años sin tomar ninguna decisión, y no hizo nada para evitar que la corrupción campeara a sus anchas, a pesar de las evidencias y denuncias.
También aparece opinando el exvicepresidente Francisco Santos, quien ejerció durante ocho años, y nunca se supo que hubiera liderado un programa efectivo para mejorar las condiciones de vida de los guajiros, a pesar de tener poder y recursos a su disposición.
Ahora, estos personajes, que no hicieron nada por La Guajira cuando tuvieron la oportunidad, se erigen como críticos de las propuestas de desarrollo que ha presentado el gobierno del presidente Petro.
Es inaudito que pretendan marcar pauta y dar lecciones de lo que ellos mismos no fueron capaces de hacer. Su incoherencia es un insulto a la inteligencia y sufrimiento de los guajiros.
El presidente Petro, consciente de la urgencia de resolver los problemas de La Guajira, ha propuesto un conjunto de obras necesarias y ha decretado el estado de emergencia económica, social y ecológica para tener un mayor margen de maniobra. Es una acción valiente y necesaria para enfrentar décadas de abandono y corrupción que han sumido a La Guajira en la pobreza y el olvido.
Vamos a dejar de lado a los que “ni rajan ni prestan el hacha” porque no tuvieron el coraje ni la voluntad para hacer lo que se necesita. Los guajiros merecemos un verdadero compromiso y acciones concretas para mejorar las condiciones de vida, y no podemos permitir que los oportunistas se interpongan en el camino del progreso y la justicia.
Es hora de darle voz a los que realmente se preocupan por el bienestar de esta región, y exigir cuentas a los oportunistas que solo buscan su propio interés y beneficio personal, para ponerle fin a esta tragedia de ineficiencia y corrupción en La Guajira. Es lamentable que quienes tuvieron la oportunidad de marcar la diferencia en el pasado ahora se atrevan a criticar sin ofrecer soluciones reales.
La Guajira merece un verdadero compromiso, acciones audaces y un manejo responsable de los recursos para superar las adversidades, con enfoque integral de largo plazo que resuelva los problemas estructurales, garantizando un futuro próspero para los guajiros.
Entre 2012 y 2023 La Guajira recibió más de 4 billones de pesos en regalías que se han utilizado en proyectos insignificantes como parques, patinódromos, canchas sintéticas y piscinas, en lugar de diseñar una estrategia integral de mediano y largo plazo para abordar los problemas fundamentales de salud, educación, agua potable, hambre, infraestructura vial y generación de empleo.No podemos permitir que los errores del pasado se repitan una y otra vez. Es momento de poner fin a la negligencia y trabajar juntos para lograr un verdadero cambio en La Guajira. Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…
Por Luís Alonso Colmenares Rodríguez.