Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe y Santos con sus odios y sus borregos acabaron el Ejército de Colombia. El más experimentado Ejército del mundo en la lucha contra las organizaciones criminales, en un territorio tan complejo, agreste y con una multi-dispersa geografía que pudo arrinconar a la guerrilla más poderosa del mundo. Hoy nuestro Ejecito se encuentra paralizado, inactivo, desmotivado, dividido y, además, confundido.
La Operación Jaque del dos de julio del año 2008, propinada por nuestros soldados de la patria, no de Santos o de Uribe, fue el golpe más limpio, inteligente y contundente que se la haya dado a cualquier grupo rebelde en el mundo y quién iba a pensar que 11 años más tarde los propios expresidentes le practicaran la Operación Jaque a nuestro Ejército.
Las posturas radicales de los expresidentes en el proceso de paz con las FARC-EP polarizaron toda la sociedad, todas las familias, todas las iglesias, incluyendo los soldados rasos y los altos mandos castrenses del Ejército de Colombia. Sin duda alguna muchos queremos la paz, pero estos maquiavélicos expresidentes querían que se hiciera a la medida de sus intereses, orgullos y soberbias. Lamentablemente la víctima más afectada de la polarización en el proceso de paz fue el Ejército de Colombia.
Un Ejército se requiere fuerte en épocas de paz, de guerra o de posconflicto, dolorosamente la polarización promovida por nuestros expresidentes, que, entre otras, se portaron como verduleros de plaza de mercado, dejó un ejército débil y poco cohesionado en el postconflicto, en la época más importante de nuestra historia, donde no nos podíamos confiar, cuando más los necesitábamos en nuestros territorios para que coparan las antiguas zonas de las FARC-EP. Hoy estamos desprotegidos, ¡no se protege al indígena, al campesino, al ganadero, al palmero, al exmiembro de las FARC! Nuestro Ejército parece ser más una fuerza internacional de paz, no saben qué hacer, no saben cómo responder, no saben cómo actuar por temor a las corrientes pendulares de los expresidentes malabaristas, y mientras tantas grandes bandas delincuenciales se apoderaron de nuestras zonas rurales.
La derrota más grande del Ejército en estos 50 años no se la proporcionó el ELN, las FARC-EP, el EPL, las Autodefensa, el narcotráfico, se las dio sus propios exjefes en la figura de los expresidentes Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe y Santos. Hoy urge un gran acuerdo nacional para fortalecer el Ejército, un Ejército transparente y contundente contra el crimen organizado, un Ejército apegado a los valores democráticos, a los derechos humanos, que prevenga la deforestación con soldados guardabosques, un Ejército libre de los políticos, de la politiquería y de las ideologías y más cercano al pueblo colombiano.
Nota: ¿Por qué el Cartel de Sinaloa copó las antiguas zonas de la FARC-EP?, ¿por qué no son objetivo de alto valor, por qué no se conocen sus cabecillas, por qué no hay recompensa por ellos? ¿Qué hay de tras del ocultamiento de estos capos trasnacionales que pasean como perro por su casa por el Catatumbo, El Cauca y Antioquia, entre otros lugares?