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Oñate y ‘El Congo’

Por: Julio Oñate
Allá  en La Paz, en la residencia de Jorge Oñate, en la sala de trofeos, se puede observar una estatuilla de uno de los tantos ‘Congos de Oro’ que ‘El Ruiseñor del Cesar se ha ganado en los carnavales de Barranquilla, a través de sus ejemplar carrera artística, pero el ‘Congo’ en referencia luce my diferente a los otros que engalanan esa galería de preseas con carácter folclórico.
Este es un Congo medio cachureto y pandeao’ con una chocozuela  salia’ casi escuadrilao’  con la lengua afuera los ojos desorbitados y cara de agonía, testigo mudo de una dura contienda vivida por Oñate para poder conquistarlo.
Eran los carnavales de 1981 y Jorge debutaba por vez primera en este escenario con el recién enganchado Juancho Roiz. Acababan de grabar  su primer LP  impactando con los temas ‘Alicia Adorada’ de Juancho Polo Valencia y Mujer marchita de Daniel Celedón, pero en todas sus presentaciones incluían siempre el merengue del Maestro Escalona ‘La Vieja Sara”, que con antelación Jorge había grabado con el ‘Chiche’ Martínez.
El coliseo cubierto estaba a reventar y en una vibrante final en la modalidad de conjuntos de acordeón competían Lizandro  Meza, que no dejaba títere con cabeza con su gran impacto: ‘Las tapas’, un éxito nacional del compositor Ivo Otero y Jorge Oñate con ‘Juancho’ Roiz que hicieron estremecer las graderías al interpretar ‘La Vieja Sara’, una himno folclórico del catálogo vallenato.
En una decisión que nunca pude entender y que tampoco nadie ha podido hacerlo el jurado declaró un empate técnico ene Lizandro y su tropa sabanera y Oñate con Roiz, en representación de la música de Francisco ‘El Hombre’.
Ambos fueron llamados ante la mesa de los jurados y al explicarles de que se trataba ‘Juancho’ desafió a Lizandro, a que se batieran los dos a punta de acordeón pelao’, es decir fuelle a fuelle sin ningún instrumento acompañante, pero el hombre de Los palmitos no comió de cuento, puesto que sabía que ‘El Conejo’ lo hubiera hecho trisas argumentando que estaba dispuesto a un desempate, pero con su agrupación completa y que Oñate hiciera otro tanto.
No era posible ponerlos de acuerdo trenzándose todos en una acalorada discusión lo que fue aprovechado por ‘El Chane’, el hijo de Lizandro para apoderarse del Congo y dirigirse con él donde estaban los muchachos de su grupo. Oñate le vio el celaje y le barajustó de inmediato a quitarle la estatuilla logrando agarrarla por un extremo mientras ‘El Chane’ la empuñaba por el otro. Lizandro brincó para auxiliar a su primogénito en tanto que ‘Juancho’ apoya a Jorge en el tira y jala.
Aquello fue un tremendo forcejeo donde el pobre Congo llevó la peor parte,  pues los oponentes no daban el brazo a torcer  hasta que cayó ‘El Negro’ Adán en la piñata y metiendo la zurda del lado de Oñate lograron entonces arrebatarle el trofeo a ‘Los Meza’.
Oñate se atrincheró con los de sus conjunto a  un lado de la tarima y desde allí enarbolando el Congo en alto se lo mostraba a Lizandro quien furibundo y amenazante debió ser calmado por su esposa ‘La Niña’ Luz.
El Congo quedó con el espinazo doblado, contrahecho  y horrorizado con el pelo parao’ sin alcanzar a comprender aquel pugilato por culpa de un incompresible fallo de un jurado falto de lucidez.
Para Oñate este Congo jorobado es el más valioso de su colección, pues fue una verdadera proeza, no sólo artística sino física el conseguirlo. Era cuestión de honor, era la pureza del folclor vallenato contra la insurgencia sabanera.
Salomónicamente el jurado tratando de salir de tremendo lío le entregó al rey sabanero del acordeón una estatuilla del ‘Rey Momo’, pero el codiciado Congo cachureto y todo con cara de espanto allí está muy orondo en la tierra de las almojábanas.

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