Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir. Dejar de existir no está en los planes mentales de nadie, aunque morir es un capítulo irrenunciable de la vida. El pasado 21 de mayo, el país vallenato volvió a sentir el impacto de la tristeza por la temprana e inesperada partida de uno de sus hijos connotados: Omar Antonio Geles Suárez.
Omar Geles, el niño que cambió el tambor por el acordeón, nació con la dote excepcional para hacer música. Con su talento innato entendió el pentagrama musical mediante el inagotable manantial que emanaba de sus dedos convertidos en melodía y composición.
Desde muy niño tuvo que rebuscársela. Trabajando esquivaba las dificultades, esos tropiezos no le achicaron el camino. Su mamá la señora Hilda, constituyó su fuente de vida, ese amor, también, fue inspiración que supo contar en Valledupar y en varios países del mundo los caminos de la vida. Su obra musical, es inmortal, propósito que los seres humanos pretendemos, pero que solo es factible en lo intangible que supone la eternidad.
Transitar por evocaciones que describen las intenciones emocionales básicas que expresan los homenajes o reconocimientos, terminaría siendo insuficiente. Sin embargo, Omar Geles, fue un gran acordeonero que supo trascender como artista. Lo ubico en la frontera del vallenato clásico y la evolución que denominan “la nueva ola”. El rey vallenato de 1989, hace parte del salón intangible de la fama de la música vallenata, fue arquitecto cuando el folclor despuntaba, con sonidos novedosos a la ortodoxia inherente a la esencia y herencia narrativa.
De las innumerables cualidades y calidades reconocidas en Omar Geles, su rol como faro de su familia, es insuperable y, como músico, la visión que tuvo cuando entendió que era necesario reinventarse. La reinvención musical abrió un ramal para los artistas que por motivos de la exigencia de la industria discográfica y de las demandas del público no interpretaban a los primigenios y maestros, Escalona, Leandro, Luis Enrique Martínez, Alejandro Durán, Emiliano Zuleta, entre otros. Omar Geles, se convirtió en el motor que lanzaba al estrellato con sus canciones a los intérpretes de la nueva ola. Naturalmente, el otro ramal se mantuvo vigente con las obras que interpretaron Diomedes, “Poncho” Zuleta, Jorge Oñate, Beto Zabaleta e Iván Villazón.
Reinventarse en la vida es necesario e importante. Sin duda un aporte sobresaliente, para nuestro querido folclor, aunque sus ortodoxos lo consideran en crisis. Al contrario, considero que como dijo Heráclito, todo cambia o evoluciona. Mantener la esencia tradicional es una consigna inmarcesible que debe cargar sobre sus hombros la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata. Esa es la vía para que el vallenato no siga los pasos de la ranchera, la salsa y el merengue.
Omar Geles, lamentable es tu partida hacia lo intangible, harás muchísima falta al folclor, a tu familia y amigos. Te faltó tiempo para cumplir más años, aún considero que este viaje fue prematuro. Tu obra musical es un compendio imperecedero. Fuiste un gran colombiano.
Por tus calidades y cualidades, humanas y musicales: muchas gracias Omar Geles.
Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12