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Oleoflores: cultivando progreso

Oleoflores cuenta con más de 1.600 trabajadores, directos e indirectos, lo que le hace una de las mayores generadoras de empleo de la región.

Mucho tiempo antes de que Carlos Roberto Murgas Guerrero apareciera en el campo colombiano, su abuelo, el siempre recordado Carlos Murgas Puche, en uno de esos ires y venires como oficial de correo, oxigenó la chispa que encendería el futuro de su familia y una región entera.

Aunque, de por sí, el cargo de oficial de correo era importante con suficiencia por la responsabilidad que representaba el transportar las documentaciones y cheques de importantes personalidades y negocios, Murgas Puche no se conformó y con el tiempo se convirtió en un consagrado ganadero de la región, con amplia visión y hondo entendimiento sobre progreso.

Quizá, atendiendo a esa misma visión, obligó a su hijo a que enviara a su nieto –Carlos Murgas Guerrero- a estudiar en el exterior, como en efecto sucedió.

Carlos Murgas Guerrero: visionario, resiliente y emprendedor

Nacido un 11 de abril de 1942 en Bogotá, se casó con la encantadora María Victoria Dávila, con quien formó un hogar cuyo fruto son los mellizos Carlos José y Juan Carlos Murgas Dávila.

De carácter recio y difícil de amilanar, como lo describe su esposa, Carlos se tituló como ingeniero agrónomo de la Universidad de Lousiana, en Estados Unidos (1966), luego de que sus padres cedieran a las exigencias de su abuelo Carlos Murgas Puche, quien insistía en que su nieto debía hacerse profesional en el exterior.

A su llegada a Colombia en 1966, Carlos Murgas Guerrero sembró algodón, sorgo, arroz y esperanzas; alternado con la cría de ganado y el labrado de la tierra para sembrar un nuevo futuro.

Ante la crisis algodonera de los 70, junto a Rodolfo Campo, Álvaro Muñoz, Juancho Gutiérrez de Piñeres y otras figuras de la vida política y social del departamento, y luego de asistir a un congreso mundial de algodón en el que se convenció de que estaba ante el ocaso del producto, Carlos viajó a Malasia, con la intención de conocer la verdad de lo que escasamente era conocido entre los agricultores de la época, malacostumbrados a los ciclos de empréstito en el banco-siembra-cosecha-frutos y nuevamente empréstito.

Sin importar que le llamaran loco, y ondeando el empuje como una herencia más de su abuelo, decidió incursionar en el cultivo de palma.

Una historia de éxito

El ingeniero Carlos Murgas Guerrero es también especialista en Alta Dirección Empresarial, título que obtuvo a través de la Universidad De La Sabana

Sus capacidades han sido probadas durante su intachable desempeño en cargos como el de representante para Colombia y América Latina de la firma británica ‘Harrison & Crosfield’, importante multinacional de agricultura tropical.

Murgas Guerrero también ha sido presidente y miembro honorario de la Junta Directiva De La Federación Nacional de Cultivadores de Palma “Fedepalma”; gerente general de la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, ministro de Agricultura y Desarrollo Rural; empresario agroindustrial en diferentes áreas del campo colombiano como el algodón, arroz, sorgo, frutales, ganadería y palma aceitera.

Hoy, Carlos Murgas Guerrero es el presidente del grupo empresarial Oleoflores S.A.S y es el artífice de un amplio prontuario de acciones sociales que han permitido a gran parte de la población codacence, cesarense y Caribe mejorar potencialmente su calidad de vida.

Alianzas productivas: apadrinando al pequeño productor

Oleoflores es una empresa pionera en la implementación de los modelos de alianzas productivas.

Estos proyectos de asociación con campesinos se ejecutan bajo una especie de padrinazgo de Oleoflores a los pequeños productores de palma.

De esta manera, Oleoflores compra el fruto a los agricultores cuyas propiedades en Marialabaja, Bolívar; Tibú, Norte de Santander; y Montería, Córdoba; suman más de 7 mil hectáreas de tierra sembradas; con el fin de garantizarle la comercialización a los pequeños productores, que no cuentan con capacidad de extracción o comercialización.

A su turno, la empresa implementa la planta extractora y le permite al campesino tener una estabilidad comercial y una garantía a mediano o largo plazo de la compra del fruto que este produzca. Además, Oleoflores S.A.S garantiza prestar el servicio de asistencia técnica necesaria para fertilización y cuidados del cultivo. Es un modelo atractivo y replicable ya que todos ganan, los campesinos aseguran la venta de su producto mientras que la empresa recibe una remuneración por el servicio de fertilización y asistencia técnica.

“Primero la gente, las máquinas se reemplazan”

Bajo esta premisa, María Victoria de Murgas fundó con sólidos cimientos la Responsabilidad Social de Oleoflores.

Para ella era inaceptable que los primeros empleados de la empresa no supieran contar el dinero de sus honorarios ni escribir su nombre. Enemiga de la desigualdad social, se armó de papel y lápiz, y de paciencia. Acomodada bajo la sombra de uno de los frondosos árboles que refrescan el ambiente de Oleoflores dedicó horas completas a enseñar a sus colaboradores a leer y escribir, y también a contar.

Fue esta espontánea iniciativa la semilla que dio como fruto el primer proyecto Social del Grupo Empresarial: la Fundación Educativa Nuestra Señora de las Flores.
La labor que inició con los empleados se extendió hasta sus hijos y hoy beneficia a una parte de la comunidad codacence.

“En 1983 nació Fundeflores como una organización sin ánimo de lucro, brindando educación totalmente gratuita a todos sus estudiantes. Nuestra filosofía es formar ciudadanos de bien para la sociedad, con bases en principios y valores éticos y morales”, asegura María Victoria Dávila de Murgas.

En el 2001 los servicios de escolarización son ampliados hasta 9° grado y en 2004 hasta 11° con énfasis en Bachillerato Agroindustrial, como hasta la fecha se certifica.

Además, hoy la institución educativa ondea la bandera de la excelencia, con logros como el ser la mejor institución educativa de Codazzi desde el 2006, según los resultados de las pruebas Saber, lo que ha redundado en la obtención de becas nacionales, varios reconocimientos por los gobiernos locales, “y lo más importante: la satisfacción de formar ciudadanos con sentido social y humano, con cimientos en principios sólidos”, subraya María Victoria.

Actualmente son 270 los estudiantes (entre hijos de empleados o estudiantes sin ningún vínculo con la empresa) los que hacen parte de la comunidad educativa de Nuestra Señora de Las Flores, y quienes reciben los conocimientos impartidos por una planta docente conformada por 19 educadores comprometidos con la calidad académica y el progreso de todos los jóvenes y niños que confían en nuestra formación.

Doce promociones con 140 estudiantes, de las cuales 10 han ocupado el primer puesto a nivel municipal, son el positivo balance que hace de esta institución un verdadero ejemplo de Responsabilidad Social Empresarial.

Las Palmeras: Un barrio de sueños

En 1990 y de cara a esa responsabilidad social enquistada en los corazones de Carlos Murgas y María Victoria Dávila, Oleoflores construyó, en un terreno donado por la familia Murgas Dávila a sus trabajadores, la urbanización Las Palmeras con 87 soluciones de vivienda, edificadas en tres etapas.

La construcción de la primera etapa fue posible gracias a la gestión de un préstamo con el Banco Agrario y la cooperativa de los trabajadores Cootraflores. Las segunda y tercera etapa se construyeron con la gestión de subsidio para vivienda ante el Instituto Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana (Inurbe).

Hoy, todavía, el Grupo Empresarial Oleoflores adelanta acciones que contribuyan al desarrollo del sector.

Cootraflores, bolsa de soluciones

En el haber de iniciativas pro mejoramiento de la calidad de vida también se encuentra la Cooperativa de Trabajadores de Oleoflores, fundada en 1987 con aporte de la empresa y sus trabajadores.

La misión de la entidad es promover y liderar la integración de los asociados, impulsar la cultura del ahorro, respaldar a los asociados con la prestación de los servicios que contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida y la de sus familias, fomentar el trabajo en equipo y mantener la confianza en la Cooperativa que a la fecha sigue contando con el respaldo de la empresa para su funcionamiento.

“En un momento crítico de la empresa, Cootraflores fue el salvavidas”, narra con gran sonrisa Surderi Arias, trabajadora social de la empresa quien asegura que hoy la cooperativa cuenta con más de 540 asociados en las sedes de Codazzi, Marialabaja, Montería y Tibú.

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