Santos, no el luchador legendario, sino el Presidente de Colombia ha estado diez veces en Cartagena inaugurando obras costosísimas, así lo hace el gobierno en Barranquilla con billones de inversión, en Santa Marta ni se diga y la sacaron del marasmo en que se encontraba inmersa y otra que luce hermosa y rejuvenecida es Montería, pero Sincelejo está abandonada, me cuentan, no tengo certeza que todavía no tiene un buen acueducto. Pero, si pero, y ¿Valledupar qué? Cuando a ésta tetralogía van los Ministros con los bolsillos llenos y regresan limpios, aquí nadie trae nada, solo promesas, vienen a resolver problemas y se van con las mismas porque en Bogotá olvidan todo y se ríen de nosotros.
No vino Santos a inaugurar el Festival ni abrazarse con ‘Poncho’ y Emiliano y asistir a la parranda que en su honor le brinda el inigualable anfitrión Darío Pavajeau y mandó un mensaje televisivo, muy bonito porque el conoce el tema vallenato, pero vacío, que fue rechiflado por el público; no nos prometió nada y menos mandó, porque entre otras cosas, nadie le pide nada y el tema de Los Besotes a medida que las lluvias se incrementan, se olvida para recordarlo nuevamente en el verano, la carretera de doble calzada de La Paz no sirve para un carajo ni tiene importancia, la terminación de las obras inconclusas, que se queden ahí, allá Franco que tiene la obligación de terminarlas, ese es el hueso duro que le dejaron, pero que estoy seguro que con la colaboración de los parlamentarios (estoy soñando) lo conseguirá y los responsables de tal anomalía serán sancionados ejemplarmente, pues al doctor Edgardo Maya, nuestro discreto, eficiente y emblemático Contralor General de la República no le tiembla el pulso para hacerlo.
No vino Santos, no nos prometió nada y menos nos mandó, no nos nombró a un vallenato Ministro de Minas como se lo pedimos y ni siquiera nos contestó y al contrario nos golpeó fuertemente cuando reemplazó a Luis Felipe Henao, tan caro a nuestros afectos, quien siempre vino a dejarnos algo y dejó mucho y a quien estamos en mora de rendirle un apoteósico homenaje.
Presidente, déjenos algo, así como Andrés Pastrana nos dejó el Parque de la Leyenda Vallenata, mándenos un billetico grande, por lo menos medio billón, para que Los Besotes sea una realidad y lo recordemos como recordamos a Pastrana. Ojalá Dios me oiga y usted lea esta columna en EL PILÓN, a quien según usted quiere mucho.
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El Festival apoteósico, todo mundo dice que el año entrante vendrá más temprano, cachacos como el arroz, diversiones en todos los rincones, pero destaco tres fiestas: la del Club Valledupar sin comparación, cada día a sus directivos con Óscar Cuello y Rodrigo Morón a la cabeza les quedan mejor al Festival, la de Ricardo Gutiérrez y la bella Elsy en su casa campestre ‘El Cerro’, donde corrió el Old Par como ahora lo hacen las aguas del Guatapurí y nos deleitaron con la presencia de ese ícono viviente de la música Julio Herazo y además se le entregó un carro cero kilómetros a los homenajeados Hermanos Zuleta y la fabulosa parranda que ‘Macoquito’ le brindó a los empresarios Alberto Escolar, José Gerardo Londoño y Juan Pablo Guzmán con sus bellísimas esposas María Fernanda, Mónica y mi ‘Meche’ del alma, respectivamente. Así se comienza hijo, felicitaciones.