Jorge Antonio Oñate González seguirá siendo grande entre los baluartes más famosos de la música vallenata, especialmente entre los cantores que actúan como solistas, estilo nada o poco preferido por los anteriores apasionados de la tradicional música interpretada con acordeón, caja y guacharaca, folclor nato de los juglares de antaño de la región de nuestro país conocida como la provincia de Padilla.
A pesar de la enraizada preferencia por la música vallenata primitiva, en 1968 surge y se impone el estilo de ‘El Jilguero de América’, y si bien es cierto que su primer disco de larga duración lo grabó como solista con el juglar Emilio Oviedo, su exitoso inicio fue producto del acompañamiento que le venía haciendo a Miguel López en las fiestas que amenizaba, en las que Jorge Oñate tocaba la guacharaca y cantaba, porque ‘Migue’, aunque magistral con el acordeón, ‘pocón’, ‘pocón’ como cantante, circunstancia que benefició al ‘Ruiseñor del Cesar’ para hacer sus ‘pininos’ que lo catapultan como cantor solista.
Entonces ya había varios cantantes como ‘El jilguero’, entre los cuales sobresalían Poncho Zuleta, ‘El pulmón de oro’, el romántico Rafael Orozco (q.e.p.d.). En ciernes, Diomedes Díaz, el inmortal ‘Cacique de La Junta’; Silvio Brito, ‘El pequeño gigante’; Beto Zabaleta, Adaníes Díaz Brito (q.e.p.d.); Iván Villazón, ‘La voz tenor del vallenato’; Miguel Morales, Farid Ortiz, Jorgito Celedón, Peter Manjarrez.
En 1991, en la novela Escalona aparece el samario Carlos Vives, a quien por sus innovaciones hay que reconocerle el reconocimiento internacional de la música vallenata, impulso que habían comenzado el maestro Rafael Escalona, el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, y el Festival de la Leyenda Vallenata. Después surgieron otros talentos, entre los cuales tenemos al espectacular Silvestre Dangond, ahijado del ‘Ruiseñor del Cesar’; Kaleth Morales (hijo de Miguel Morales), apodado ‘El rey de la Nueva Ola’, que en menos de 3 años tuvo un enorme relieve, desgraciadamente murió prematuramente a la edad de 20 años; el gran Martín Elías (hijo del ‘Cacique de La Junta’), lamentablemente también murió en aparatoso accidente. En fin, la cantera de cantores solistas es numerosa, de veras quisiera nombrarlos a todos, pero el espacio es insuficiente; es decir, el talento abunda no solo en la provincia de Padilla, sino en todo el territorio patrio y a veces afuera porque la música vallenata -pese a las críticas de que lo están menguando- se seguirá extendiendo con las nuevas generaciones.
Jorge Oñate en vida fue una leyenda, en el homenaje que le hicieron en La Paz, su terruño natal, antes de sepultarlo, sus hijos Jorge Luis, Jorge Antonio y José Jorge se comprometieron a preservar el legado musical del ‘Jilguero de América’. ¡Ojalá! Cumplan lo anunciado, es el clamor de todos los amantes de la música vallenata tradicional, defendida a ultranza por el ‘Ruiseñor del Cesar’.
Obviamente, sus hijos no lograrán superarlo, pues bien, lo dijo su hijo tocayo: “Hay que decir una cosa: mi papá es irremplazable, nosotros podríamos representarlo a él como hijos que somos, pero no podemos reemplazarlo ni imitarlo, nadie puede imitarlo porque él tenía unas características como ser humano y artísticas incomparables. Los jóvenes de ahora no vivimos la época dorada de mi papá y no conocimos y no somos conscientes de la grandeza de Jorge Oñate; mi papá era un hombre dedicado a su familia y a su folclor”.
Concluyo enviándoles mis sentidas condolencias a su esposa Nancy Zuleta y a todos sus hijos. A Dios le ruego que les otorgue suficiente perseverancia a sus tres hijos cantantes, para que cumplan la promesa.