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Ocho años, dos gobiernos y la pobreza ahí: un balance de la lucha contra la pobreza en el Cesar

Para el año 2019, había en el departamento 650.000 personas en situación de pobreza. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

Recientemente, el Gobierno nacional entregó la información para hacer un balance sobre cómo les fue a los departamentos en la erradicación de la pobreza. Es el momento de los resultados y de los datos.

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Para evaluar los avances en  la lucha contra la pobreza hay dos medidas, la pobreza monetaria y la pobreza multidimensional. La primera se refiere al nivel de ingreso de la familia; la segunda al acceso a bienes públicos (salud, educación, vivienda, empleo y atención a la niñez). Todo bajo el principio de que la pobreza es mucho más que falta de dinero. Es también la negación de derechos.

POBREZA MONETARIA

A finales del año pasado, el DANE publicó los datos de pobreza monetaria departamentales, para los años 2012-2019. Ello consiste en identificar qué porcentaje de la población no alcanza a superar el umbral de la línea de pobreza, que en el caso del Cesar es de $1.148.296 mensuales para una familia de 4 personas.   

Los resultados para el Cesar no son buenos. Es el séptimo departamento más pobre de Colombia, y con tendencia al deterioro. Más de la mitad de la población (51.7 %) se encuentra bajo la línea de pobreza. No alcanzan a devengar dicho monto. Para el año 2019, había en el departamento 650.000 personas en situación de pobreza. Esto, antes de la pandemia y crisis del carbón del 2020.

Analizando la evolución histórica es verdaderamente preocupante que al comparar los niveles de pobreza del año 2012 con el año 2019 (Cuadro 1) son exactamente los mismos, 51.7 %. No hubo una décima de mejora y fueron ocho años perdidos. Exactamente dos períodos de gobierno.

En un breve análisis sobre el comportamiento de los departamentos del Caribe se identifica que el Atlántico le tomó la delantera a todos los demás en cuanto a reducción de pobreza, es el cuarto de menor pobreza en todo el país, y prácticamente el único de la costa Caribe que “saca la cara”.  

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Hay que resaltar también a Córdoba, Atlántico y Sucre por sus  avances en dicha reducción en los 8 años de estudio. Avances considerables que muestran que no todo está perdido. Por otro lado, hay malos resultados en el Cesar y La Guajira que en igual período nada lograron en reducción de la pobreza. Coincidencialmente, los dos departamentos carboníferos del país, nutridos con miles de millones en regalías y sin logros en la lucha contra la pobreza monetaria.

En cuanto a pobreza extrema, la otra medida para la pobreza monetaria, cuyo rango es una familia de 4 personas, que vive con menos de $501.488 pesos mensuales, la situación es alarmante para La Guajira y el Cesar, que ocupan el segundo y cuarto lugar respectivamente dentro de 24 departamentos analizados.  Lo que sucedió durante estos 8 años es que, en vez de disminuir el número de pobres extremos, estos aumentaron. 

Son familias enteras viviendo con menos de $501.488 mensuales, lo que quiere decir que están pasando hambre y se encuentran en condiciones de miseria. En La Guajira aumentaron 4.9 % y en el Cesar 2.6 %, lo que es equivalente a 33.800 nuevos pobres extremos en el Cesar, para un total de 250.000 personas (adultos y niños) en miseria en el departamento, que hacen parte de los 650.000 pobres que se mencionaron arriba. En el año previo a la pandemia.

El 25.5 % de los cesarenses son pobres multidimensionalmente. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

POBREZA MULTIDIMENSIONAL

La pobreza multidimensional es otro concepto. No tiene relación con el nivel de ingresos, sino con al acceso a ciertos bienes públicos. Son 5 dimensiones y 15 variables y se mide con el IPM o índice de Pobreza Multidimensional: las dimensiones son: 1) condiciones educativas del hogar, 2) condiciones de la niñez y juventud, 3) acceso al trabajo, 4) acceso a servicios de salud, y 5) servicios públicos domiciliarios y vivienda. Las variables son 15, y se considera que una persona es pobre cuando no alcanza los umbrales establecidos para al menos 5 de ellas.  En el cuadro 3 se observa en detalle cada variable.

Para este índice, solo están actualizados los años 2018 y 2019 por el DANE y los resultados son los de la gráfica respectiva. El 25.5 % de los cesarenses son pobres multidimensionalmente, es decir, 1 de cada 4, mientras el promedio nacional es 17.5 %. En el Caribe, solamente el Atlántico, con un nivel de IPM de 14.9 %, se encuentra mejor que el Cesar, lo que es un punto favorable de comparación desde una perspectiva relativa con los otros departamentos.

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 Hay avances en este campo. Entre el 2018 y 2019 se redujo la pobreza multidimensional en cerca de 6 puntos porcentuales.  Ahora, si se mira en términos de personas y hacia dentro del propio departamento, eso significa que hay 325.000 cesarenses en pobreza multidimensional, lo que es un número elevadísimo de coterráneos sufriendo por falta de acceso a servicios sociales y que no pueden ejercer sus derechos a la educación, salud o demás, de manera correcta, como se debería poder hacer en un Estado de derecho.

El país está en una encrucijada, el Cesar en una doble. El covid-19 y el carbón. Llegó uno y se va el otro. No se va mañana, ni pasado, se quedará un par de lustros más, pero la tendencia mundial es hacia la disminución del consumo del carbón, por razones ambientales, competitivas y de desventaja geográfica de Colombia para las exportaciones hacia el Asia, que es el principal consumidor hoy día. Nos quedarán los pasivos ambientales y las oportunidades perdidas por no haber utilizado de mejor manera las regalías.

Concluyendo se puede afirmar lo siguiente: antes de la pandemia, para el año 2019, el departamento del Cesar tenía 650.000 pobres monetarios, y 325.000 pobres multidimensionales, que probablemente hacen parte de los primeros. No son números. Son personas, familias, ancianos, mujeres y niños sufriendo por la pobreza.  En el año 2020, por el covid-19 y la crisis del carbón es de esperar que la situación haya empeorado y con creces lamentablemente.

Así que hay dos propuestas que está trabajando el CESORE. Una de reconversión productiva, que lanzaremos en junio de este año, son ideas o rutas que el departamento podría seguir, de diversificación productiva para salir de la dependencia del carbón. La otra es un llamado a los gobernantes a darle un uso más pertinente a las regalías que quedan y que afortunadamente serán importantes.

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Es necesario invertirlas en reconversión productiva, salud y educación, no en proyectos innecesarios de parques, monumentos o museos que en estos momentos no van a solucionar el problema de pobreza y sufrimiento de los cesarenses.

POR CESORE.COM.

Colaboraciones EL PILON: