“Pero el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y amuralladas; también vimos allí a los hijos de Anac”. Números 13,28.
Cuando los israelitas tomaron posesión de la tierra que una vez perteneció a su antecesor Abraham, después de vivir esclavizados en Egipto por más de cuatrocientos años, regresaron a hogares que previamente habían sido construidos y habitados por tribus impías y adoradoras de ídolos.
Tras volver a entrar en la tierra prometida, los hebreos descubrieron tres grandes obstáculos. Hoy quiero referirme a ellos porque considero que son un reflejo de las tres grandes batallas que tendremos que librar de cara a este año 2016 que apenas comienza y que ya se levanta amenazante para que no podamos alcanzar las promesas de bendición que Dios ha preparado para todos los que le aman.
Primer obstáculo: Las ciudades amuralladas. Ellas resguardaban, representaban fortaleza y aseguraban las ciudades contra potenciales enemigos externos. Las murallas son una figura de las barreras que podemos encontrar en nuestro camino hacia la consecución de nuestras metas. Los problemas no resueltos podrían levantarse como murallas inexpugnables, también las tradiciones de los hombres, nuestro pensamiento negativo, la falta de perdón y tolerancia; igual que las sombras de duda e incredulidad que acompañan nuestro quehacer.
Segundo obstáculo: Los hijos de Anac. Estos eran una raza de gigantes que habitaban en la tierra. Eran reales e infundían temor, impactaban la imaginación, los hebreos se sentían como langostas delante de ellos. Los gigantes jugaban con la imaginación de las personas, haciendo que retrataran imágenes en la mente para que luego se proyectaran emociones negativas como el temor, la duda, la culpa o la inseguridad; todas ellas basadas en suposiciones y posibilidades y no en la realidad de las cosas. La observación cuidadosa y la interpretación correcta de la realidad, pueden impedir que imaginaciones salvajes y perversas tomen control de nuestra mente y evitar que gigantes mentales de mediocridad e incapacidad hagan nido en nuestras cabezas.
Tercer obstáculo: las naciones enemigas. Estas naciones tribales moraron en la tierra cientos de años antes, construyeron ciudades, propagaron el paganismo y controlaron los antiguos caminos. Si los hebreos no conquistaban a esas naciones, sus dioses y sus costumbres se convertirían en una trampa mortal. Dios les avisó que si no se ocupaban de ellos, los afligirían y serían como aguijones en sus ojos y espinas en sus costados.
Actualmente, muchos son afligidos por las personas con las que se asocian. Rodearse de las personas equivocadas atrofiará nuestro discernimiento y afectará nuestro caminar en pos de lo trazado.
Estos tres obstáculos peligrosos, tratarán de impedir que avancemos, San pablo escribió: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levante contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
Queridos lectores, les invito a que nos esforcemos, seamos valientes y enfrentemos con dignidad y arrojo los obstáculos que nos vendrán, sabiendo que quien está con nosotros es más fuerte que el que está en el mundo.
El presente año nos espera, avancemos prestos pero seguros porque él ha prometido que sucederán cosas nuevas.
Abrazos y muchas bendiciones.