Un empalme de gobiernos es un portal en el cual el sucesor puede hacer una mirada de las acciones del antecesor. Es un trabajo eminentemente técnico que, tomada toda la información, se podrán hacer todos los análisis pertinentes.
Es como un control de calidad en la cadena de producción en el cual podríamos encontrar zonas críticas, insumos para corregir. Lo ideal es que la composición del grupo de empalme tenga los conocimientos mínimos sobre cada uno de los sectores a empalmar y que tenga la mejor representación regional para que la ciudadanía de cada departamento conozca cuáles han sido las políticas del gobierno central respecto a la periferia o zonas olvidadas.
Dicen que obras son amores y por estas medimos a los gobiernos. Pero muchas veces no nos damos cuenta de cómo se dio la gestión ni de las solicitudes regionales, porque no existen canales establecidos entre la comunidad y los miembros del Congreso, ni con las instituciones centrales que manejan recursos y mecanismos de distribución. P.ej., por efectos de la pandemia, aparecen girados unos dineros superiores a los ocho mil millones de pesos con destino al Cesar pero, al menos, a la Secretaría de Salud de Valledupar no llegaron. Habría que averiguar si los recibió la gobernación.
Respecto a nuestra representación en el empalme, me parece que fue muy pobre, al menos no ha trascendido a la opinión pública. En el sector salud, de 285 curules posibles, aparentemente solo fue llamada Lina de Armas; claro, las personas allí presentes deberían ser del más alto nivel.
Del sector agropecuario, muy importante para la región, no he visto que alguien con ese perfil estuviera allí, así la mayoría de sus integrantes fueran adversos al Pacto Histórico; este ha sido el sector tradicional básico de nuestra economía y reúne las condiciones para seguir siéndolo.
La mayoría de los empleados y dirigentes del sector minero estuvieron con el P.H. pero, aún así, no he sabido que alguien estuviera representándonos en el empalme. En el sector cultural ignoramos si alguien de los nuestros hubiera sido incluido, pese a que la industria naranja fue la bandera del saliente presidente y de la cual pudiéramos esperar algo, la música vallenata es punta de lanza y de otro importante y viable sector como lo es el turismo.
Qué bueno hubiera sido que personas como Santander Durán, Emilianito Zuleta o Rosendo Romero, para citar solo algunos, nos hubieran representado en ese magno momento, el empalme cultural entre dos gobiernos. La información que recibamos será de segunda mano una vez se consolide el informe del empalme.
¿Por qué nuestra representación fue tan precaria? En los sectores de la producción, mayormente adversos a Petro, quizás hubo timidez para gestionarla; creo que no habría sido contradictorio, el brazo tendido por Petro daba buenas señales y las necesidades del Cesar lo precisaban.
En las tropas petristas, esas que se echaron al hombro esta candidatura sin descanso durante siete meses, un ejército de luchadores por el cambio, tampoco la hubo, pudiendo exigirla y no lo hicieron; muchos se dedicaron a librar luchas intestinas por redes sociales, reclamando liderazgos y descalificándose mutuamente, los más antiguos contra los recién llegados, algunos patinadores tradicionales de varios partidos y grupos fingiendo sanidad y coherencia política contra nuevas figuras convencidas del cambio; dicen que ningún cura se acuerda cuando fue sacristán.
Parece que muchos no han entendido en qué consiste el Pacto Histórico. Aunque Petro se vendía solo, ahora hay muchos que se creen dueños del caudal electoral que este construyó durante más de 30 años. Hay que entrar en una reflexión constructiva, este proceso no ha terminado, apenas comienza, lo importante es que el país cambie y cuando eso ocurra, todos nos beneficiaremos. Y el que se sienta sin pecado que lance la primera piedra.