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Nuevos modelos de sociedades

La forma tradicional y ortodoxa de matrimonio es entre un hombre y una mujer con la finalidad de constituir una familia. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Familia es el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad. Ciertamente, no la sociedad relacionada con estatus y abolengos, sino la representada por el hombre, la mujer y los hijos, ha sufrido mutaciones desvirtuando la importancia del matrimonio al originar temores con consideraciones basadas en la evolución constante.

La decadencia del matrimonio es proporcional a lo que sucede con la familia, esta situación ha gestado la implantación de una nueva sociedad. En ese contexto, el movimiento LGTBI constituye un eslabón más de la supuesta nueva era, que en el marco del ordenamiento jurídico de los estados procuran la exigencia de derechos adicionales a los que intrínsecamente poseen como ciudadanos comunes, como si no tuvieran la misma consideración y respeto que merecen quienes no lo son. Esas exigencias no son garantías, transacciones ni derechos para presionar a la mayoría con su particular visión del matrimonio y de la adopción de menores.

La comunidad LGTBI ha conquistado espacios impensados en países en vías de desarrollo, probablemente las circunstancias socioculturales, la exteriorización de la condición sexual y acciones políticas, han sido consecuentes con la aprobación del “vínculo matrimonial” entre personas del mismo sexo. En nuestro país la tendencia mundial ha sido una excepción, pese a que se han celebrado uniones entre parejas del mismo sexo todavía carece de legalidad para el matrimonio igualitario.

En consonancia la Corte Constitucional falló en contra de la adopción igualitaria, pero dejando una hendija que fácilmente puede constituir una ventaja al momento de insistir con la presión grupal por la validación de un supuesto derecho. La Corte actuó consciente, en derecho, se colige que no fue proclive a la presión ejercida por la comunidad LGTBI ni de las provenientes del espectro político, que en nombre de su peculiar sentido de la libertad, igualdad y fraternidad, utilizan las palabras matrimonio y homosexual con significados opuestos al sentir general de la sociedad en aras de aproximarse para usufructuarlo electoralmente.

La sociedad colombiana ha sobrevivido a la penuria de cohabitar con conductas inaceptables socialmente, no por fragilidad ideológica, religiosa o política, sino por fallas institucionales pese al marco legal y normativo imperante. Los gustos y preferencias tienen una connotación particular que declina ante el interés general, por lo tanto, cuando son instituidos es menester hacer de la tolerancia una virtud, aunque el ser insista en rechazar, porque considera que la familia es todavía pilar de la sociedad y que la especie humana no puede seguir su carrera descendente.
@LuchoDiaz12

Luis_Elquis_Diaz: