Por: Julio Celedon
Fueron varios los correos que me enviaron mis queridos lectores como respuesta a mi columna anterior, por eso me sentí comprometido a redactar una segunda parte de la misma, gracias a Dios tengo unos lectores que no solo me exhortan a escribir tratando de hacerlo lo mejor posible, sino que son tan generosos que me colaboran con sus sugerencias, criticas, ideas y comentarios.
Mi querido amigo, fiel lector y muy seguramente futuro buen Concejal de Valledupar; Carlos Andrés ‘Calé’ Cotes Maya, me escribió al correo haciendo remembranza de un personaje que yo veía casi a diario y que en el momento de concebir mi artículo pasado se me escapó de la memoria, me refiero al ‘Loco de la olla’, ‘Barbul’ o ‘Perolito’ un señor medio gordito, greñudo que usaba botas pantaneras y barba al estilo Fidel Castro, el cual deambulaba con un saco remendado lleno de ‘chécheres’, y una vara para coger mangos, considero su apariencia como una especie de versión surrealista y ‘tercermundista’ de Papá Noel, este ‘loquito’ era más bien misterioso y poco elocuente, recuerdo que pedía comida para lo cual extendía su mano con un plato de peltre o un pote plástico de avena, en mi curiosidad de niño, un día le pregunté cómo se llamaba y de donde era, él me contestó que se llamaba Gabriel y que había nacido en Cartagena, aunque algunas personas decían que era de aquí de la provincia, que su familia era de San Juan en la Guajira, lo cierto es que el tipo no se metía con nadie, en mi casa algunas veces le dábamos alimentos y revistas viejas, porque le gustaba leer, e incluso se notaba que el hombre tenía cierto nivel de educación, pues una vez lo sorprendí leyendo una revista de la National Geographic en inglés, le pedí que me tradujera unos títulos y en efecto lo hizo, recuerdo que le gustaba silbar y utilizaba alguno de sus peroles como percusión, hacia las siestas en las terrazas de las casas, pero moraba en cambuches que armaba en los solares baldíos, muchas veces noté que olía los alimentos que le daban y los tiraba, me imagino que les sentía algún olor raro, por eso prefería que le dieran frutas en vez de comidas preparadas y además se la pasaba cogiendo mangos con una vara larga que tenía.
Hace pocos días mi hermano Raúl Alberto me mostró una foto de este personaje que le habían enviado en Facebook, la verdad me emocioné mucho al verla porque hice remembranza de muchos capítulos de mi vida que estaban archivados en algún recóndito lugar de mi memoria y este ‘loquito’ hace parte de esa historia, pues mi infancia y parte de mi adolescencia transcurrieron viéndolo casi que a diario con su trasegar enigmático, como un nómada y contemporáneo hombre de las cavernas; más que un desequilibrado creo que fue un vagabundo.
Álvaro Ramírez otro amable lector, me recordó distintos personajes de los cuales tenía conocimiento de su existencia, pero que en realidad no conocí, como ‘chorroe’balín’ que era un tirador de piedra insigne, ‘Nanolacruz’ que era malgeniado y vulgar y ‘Jacobito’ que ‘manejaba’ usando su sombrero como timón, también la gentil lectora Doris Villero me hizo su valioso aporte mencionándome otros que en realidad no sabía que existían, como ‘El Monopepa’, ‘El mandador’ y ‘La Escoba’, me gustó como está señora remató su comentario diciendo que hay otros muy cuerdos pero que se las dan de locos para desangrar la arcas públicas.
En fin me imagino que hay muchos más personajes los cuales no conocí, porque esto es Macondo y como tal está lleno de ‘loquitos célebres’ y muchas hermosas historias y anécdotas llenas de fantasía.
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