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Nuestros días de Navidad

“Me voy pa casa e’ Ramón a comer arroz con dulce y el rabito del lechón, y pasteles bien picantes, como los cocina Flor, mucho turrón alicante y un buen palito de ron”.

No hay día o noche de Navidad desde que nuestros ojos vieron la luz sin escuchar por las estaciones de radio, en las parrandas o reuniones familiares la canción titulada ‘El seis chorreado’, interpretada por sus autores Richie Ray y Bobby Cruz, curioso nombre para una canción típicamente navideña cuya letra hace referencia a las reuniones de amigos y familiares alrededor de la mesa, donde el ron, los cerdos y el canto son protagonistas.

Son las antes mencionadas razones más que suficientes para iniciar nuestro escrito con uno de sus apartes enterados como estamos en el mes más iluminado del año, cuando en la mente de la gente buena solo están los amigos y familiares que ya se han ido, Papá Noel, el arbolito, el pesebre, los aguinaldos y las novenas al Niño Dios, es esta una temporada propicia para la reflexión, es el tiempo donde debe prevalecer la reconciliación, los buenos encuentros y la integración familiar.

Aunque ya no es como antes todavía se encuentra uno con especiales manifestaciones de afecto y también con la desbordante alegría al tropezarnos en los actos sociales, en las calles y nuestros pueblos con personas que hace mucho tiempo no se veía y que han regresado para estar con los suyos en este tiempo especial de nuestras vidas.

Oportunos son los días previos a la natividad para reencontrarnos con Dios y darle gracias por sus manifestaciones especiales de amor imperecedero por todos nosotros pidiéndole que en el año venidero nunca esté ausente de nuestro camino un sueño por el cual luchar, bienaventuranzas por recibir, ejemplos por seguir, proyectos por ejecutar mucho que aprender, gente buena a quien esperar, lugares santos a donde visitar y un corazón grande siempre dispuesto con afecto para dar.
Los días de navidad no se parecen a los otros, todo lo vemos más bonito, el cielo con su misterio parece sonreír cubriéndonos con su manto como si estuviera en cumplimiento de precisas instrucciones del Altísimo recordándonos cada instante que aunque no hayamos alcanzado durante el año montones de dinero ni grandes lujos somos bendecidos con una vida digna, una salud plena y vigorosa y una familia hermosa que no es posible cambiarla por nada, durante sus horas que parece que tuvieran menos minutos que en otros tiempos un bálsamo de energía colectivo nos abruma y nos reconforta recordándonos la misión encomendada de sonreír a los demás, de ser feliz y desear felicidades, de no permitir que nadie tiña de negro ni de gris los colores verde y rojo que deben predominar en nuestras casas, y de abrazar y atender a los demás con la seguridad de las personas que sienten en el mes de diciembre reverdecer sus esperanzas de una larga vida para cantar con alegría al hijo de María y José y hacer el esfuerzo que sea necesario para agradar más a Dios que a los hombres.

Disfrutemos entonces a plenitud estos días especiales, entreguemos nuestro corazón y nuestra mente al gozo y olvidemos las cosas malas que hemos vivido y presenciado rogando a la Divina Providencia que por favor para la próxima navidad no lo tengamos todo, solo lo que estrictamente se necesita.

Cuanto daría por hacer posible que la navidad comience este mes y termine en noviembre del próximo año para cantar todos los días como en las Aspiraciones de la novena al Niño que para el débil es auxilio, del doliente amparo, del triste consuelo y del desterrado la luz.

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