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Nuestra jornada más trascendental

Ya son muchas nuestras letras dedicadas a la defensa de la democracia y de las instituciones en Colombia. Hoy con más veras es perentorio el urgente mensaje de invitación a usted ciudadano a salir, este domingo 19 de junio, a votar en las elecciones presidenciales.

Se trata de preservar nuestra democracia, que con sus evidentes defectos, es una de las más sólidas y antiguas de Latinoamérica, la cual es el instrumento para hacer real un Estado Social de Derecho, como lo proyectaron los constituyentes, arquitectos de la Constitución de 1.991.

Las instituciones y la economía estable han permitido construir confianza y certidumbre entre los grandes inversionistas tanto nacionales como del mundo en general; afortunadamente se va logrando un amplio consenso en que los beneficios del admirado crecimiento, y el transcurrir democrático, no están llegando como debe ser a todos los colombianos en su bienestar, convertido para muchos en pobreza, ni a su vida, convertida para regiones y familias en zozobra. Sin embargo, se difiere por los aspirantes en los métodos, (el cómo) de superación de las carencias y el desempleo y eliminar la violencia y la inseguridad.

Los altos niveles de gobernabilidad, que son el acero del edificio institucional, solo se preserva con una masiva votación, no se puede correr el riesgo de caer en unas elecciones con baja participación electoral de los ciudadanos.

Los colombianos debemos elegir, en jornada definitiva, al presidente de la república entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, para el periodo 2022- 2026.

La economía, la tributación, la inflación, el empleo, los apoyos a la población vulnerable, los sistemas de educación y salud, la política social, el medio ambiente, la seguridad, la paz, la lucha contra la violencia y el narcotráfico, la justicia, las relaciones internacionales, la defensa nacional, la fuerza pública, la conectividad, la regulación de los servicios, la cultura y el deporte, entre muchos otros temas, impactan nuestras vidas.

En el caso del Cesar, en la primera vuelta votaron 438.530 ciudadanos, la meta es superar esa cifra y que el abstencionismo baje del 50 %.

Los partidos tradicionales han sido pulverizados, las estructuras políticas enfrentan un crudo desafío, más cuando se les identifica como corruptas usufructuarias de los poderes públicos, y las dos opciones se pueden identificar como novedosas y de tintes populistas, ya porque le abren camino a un gobierno declarado de izquierda o a uno contra los políticos, la forma de hacer la política y la corrupción.

La campaña de Petro, que aspira otra vez, se hace de manera tradicional, yendo a la plaza pública con marchas, con oratoria popular, incorporando curtidos políticos, moderándose hacia el centro y ofreciendo un robusto programa, equipo de gobierno, futuros pactos y acuerdos sectoriales, y la otra campaña, novísima, es la encarnación de la comunicación directa por redes sociales, de renuncia a la compañía de políticos, de espontánea ciudadanía y de general desconocimiento de su equipo de campaña y de su proyectado gobierno. Lo esperable, bajo los conocidos cánones de hacer campañas, es que gane Petro. Pero la sorpresa, lo inusitado, es que gane Hernández, como lo creen los apostadores internacionales.

Podría haber unos resultados muy apretados, de por sí riesgoso para el país si el poder electoral no actúa con transparencia y responsabilidad.

Ambos tienen tímidos compromisos con el Cesar. El Petro costeño ha explicado la transición energética, ofrece un Cesar no negro sino verde y agroindustrial; Hernández un departamento (donde tiene afín influencia santandereana) productivo y sin corruptos. Quien gane tendrá nuestros moderados aplausos y razonadas críticas.

Categories: Editorial
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