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Novelería nacional

La crisis, como pensábamos, no solo es de moralidad y otros comportamientos humanos, como la corrupción y la ética. La cosa es también  la falta de creatividad televisiva  repitiendo series como Elif, La Rosa de Guadalupe, Caso cerrado, Betty la Fea y Yo me llamo, hace diez años. Al parecer la crisis es de la novelería nacional, porque en lo local sobran culebrones  diarios.

Apenas la semana pasada en Valledupar sacaron el carro de bomberos para pasear a la tekondoga Brynnis López  ganadora con otros costeños un reality de televisión y no   inauguramos con ella el parque de La Provincia porque  el presidente y Carlos Vives habían confirmado su presencia.
Pero la  movida nacional nunca está quieta, desde el show de Santrich, la caída de Maduro, que muchos daban por segura,  dizque estaba madurito para caer y poner en su puesto a Guaidó. Las noticias no paran. Parece que Maduro reverdeció y Guadó al contrario ha madurado tanto que puede podrirse biche, de todas formas el Gobierno y los jefes  de las relaciones internacionales no tienen otro tema distinto que el caso Venezuela. Y nosotros casi en las mismas.

Otra novelita de corta duración fue el regreso del estafador de DMG que los medios mostraron desde que el avión estaba en las nubes hasta su llegada ante las cámaras como un triunfo judicial más. A la otra serie, “Uribito vive”, le faltan desde libretistas hasta actores y suspenso, cualquier rato se activa, sus fans aseguran que es el niño más inocente del mundo  y que jamás se robó un peso, por lo tanto los jueces que lo condenaron deben estar encarcelados. Y lo mejor, quienes contribuyeron a su estado jurídico actual son fichas claves del gobierno de hoy. ¡Que novelón!

En las últimas  horas, dos casos cierran nuestra novelería nacional. La  excongresista Aída Merlano y su fuga con cuerda y todo, y la Corte Suprema vs. senador Uribe. En la primera, acusarán desde el inventor de las motos, hasta los químicos o tejedores que crearon la soga, incluso a los expertos circenses  entre ellos los Hermanos Gasca, por enseñar  en los barrios pobres de Barranquilla, donde posiblemente la niña Merlano vio a sus trapecistas utilizar  las cuerdas y se inspiró para poder fugarse muchos años después como el inicio de la novela de Gabo. Director del Inpec, guardianes, jefes de patio de la cárcel, incluso la cocinera del penal fueron destituidos y procesados, esta última por mantener una dieta sana para no engordar a la congresista fugada. Su hija y el odontólogo también seguirán vinculados a la investigación al igual que los transeúntes que pasaban casualmente por el lugar, porque no  fueron capaces de atrapar a la mayor delincuente de la historia nacional, según el prontuario que muestra la Fiscalía.

Por estar de noveleros, nos perdimos que Jhon B. Goodenough. Stanley y Akira, ganaron el premio nobel de Química, por sus trabajos en litio para las baterías de nuestros teléfonos móviles. Ignoramos que J. Peebles, Mayor y Didier Queloz, descubrieron estrellas  fuera del sistema solar. Olvidamos a Pebbles Picapiedra, y al senador Didier  Lobo, que por ser tocayo de un premio nobel podríamos también pasearlo en el carro de bomberos por su labor congresional. Definitivamente tenemos nuestras propias novelas, pero preferimos los culebrones nacionales. Nada que hacer.

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