“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos… y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Efesios 4, 22-24
Es motivo de preocupación constante en esta tierra del cacique Upar, la falta de consonancia y evidencia de una verdadera conversión en los que son del pueblo de Dios. Se observan vidas planas e inconsecuentes con los principios y valores del Reino; a tal punto que, su manera de vivir no se distingue para nada de la de los otros mortales que no honran ni sirven a Yahvé, el Señor.
Muchas personas tienen años de andar en el camino, pero siguen con los mismos comportamientos cuestionables que antes tenían. Somos conscientes de que la mentira, la falsedad, la deshonestidad, la falta de trasparencia y la corrupción están instaladas en la vida de personas. Si bien es cierto, que esto no es más que una manifestación común en nuestra cultura, es triste que se siga practicando con naturalidad y que crezca como la verdolaga también entre aquellos que hemos experimentado un nuevo nacimiento.
El pasaje que nos ocupa hoy nos exhorta en cuanto a nuestra pasada manera de vivir y a despojarnos del viejo hombre; lo cual indica que, la anterior manera de vivir debe ser descartada, quitada, enterrada, repudiada. Queda claro que la vieja naturaleza no puede ser redimida, sino renunciada, no se trata de mejorar lo que hacíamos mal en otro tiempo, sino de desaprender para aprender de nuevo las cosas correctas desde la perspectiva de Dios. Es menester que andemos en novedad de vida, con nuevos pensamientos, sentimientos y acciones.
Para evitar la libre interpretación, el autor provee claros ejemplos de lo que significa andar en novedad de vida: Dejar la mentira, la ira, el robo, las palabras corrompidas y la grosería, la gritería, maledicencia y toda malicia. En su lugar, debemos andar en la verdad, la ternura, la generosidad, las palabras de edificación y cariño; bondadosos, misericordiosos y perdonándonos unos a otros.
Amados amigos lectores: La alternativa es la de vestirnos del nuevo hombre. Insisto en que no se trata de una reforma al viejo hombre; sino, de vestirse con ropa nueva. La clave para dar ese paso es el proceso de transformación interior producido por el Espíritu Santo en nuestros pensamientos. El nuevo hombre ha sido creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad, lo que permite inferir que, conforme a sus orígenes, debe tener características diferentes a las del viejo hombre.
No se pretende decir que la novedad de vida es perfección y que nunca se cometan errores y equivocaciones; sino que, el caminar debe ir acompañado de una clara conciencia de Dios y de nosotros mismos, siempre prestos a corregir y reparar. Se debe asumir con valor la responsabilidad histórica de ser modelos de vidas transformadas; la sencillez, la verdad y la transparencia deben ser cualidades en la vida de todo nuevo hombre.
“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas”. ¡Andemos en novedad de vida!
Un abrazo cariñoso en Cristo.